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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
1
Thriller Cuando una estación de radar estadounidense en Grecia es boicoteada con interferencias y un agente secreto de la OTAN es asesinado, todas las sospechas recaen sobre la viuda, que deberá buscar a los verdaderos culpables para probar su inocencia. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un momento en la filmografía de Claude Chabrol, uno de los principales impulsores de la nouvelle vague, junto con Godard, Truffaut y Rohmer, en que se pierde y deriva por caminos peligrosos que habrían podido sepultarle en la tumba de los incompetentes. Es un período que abarca desde El tigre (1964) hasta Las ciervas (1968), cuando recupera el pulso narrativo y entrega una tras otra una colección de películas formidables. De esta infausta época es La ruta de Corinto, una presunta cinta de espionaje que parece rodada con una intravenosa de Pernod clavada en el brazo. El argumento, muy en la línea jamesbondiana del momento, no tiene ni pies ni cabeza. Eso habría podido pasarse por alto, pero la realización es pedestre, cuando no torpe y desaliñada, las interpretaciones dan grima, la música de Pierre Jansen es de juzgado de guardia, la cámara de Jean Rabier sufre convulsiones y temblores interminables (y eso que colaboraron ambos con él durante muchos años) y, en definitiva, el bodrio está servido. Chabrol debía padecer bajones cíclicos, porque a partir de la estupenda Al anochecer (1971) vuelve a chapotear en el fango de la mediocridad, alternando aciertos con errores garrafales hasta El infierno (1994). Es lo que tiene rodar una película tras otra: hay de todo, como en botica. La ruta de Corinto es un horror, a pesar de nuestra amada Jean Seberg, y nada puede indultarla. Para completistas de Mr. Chabrol.
Eduardo
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