Dos niños de familia pobre son acosados por fantasmas para enmendar el homicidio de otros dos chavales, herederos de una fortuna que murieron hace cien años en extrañas circunstancias.
Escrito así, da canguelo, pero nada más lejos de la realidad... aunque también algo de cierto hay en esa historia...

Lo mejor que se puede decir de 'Moriremos hace Cien Años' (mucho mejor título traducido que el "Amazing Mr Blunden" que presagia una especie de mago chipirifláutico) es que no deja de ser moderadamente tenebrosa en sus temas, mientras que a la vez intenta ser la aventura infantil típica de toda la vida.
Más allá de los dos hermanos Lucy y Jaime Allen, existe una corriente macabra dentro del relato por tener que impedir un homicidio semi-involuntario a manos de tutores infantiles, sobre todo si se tiene en cuenta que casi todos los adultos retratados son mezquinos, traicioneros y para más inri, tan feos de rostro como de corazón.
Algo que subraya el hecho de que solo los niños pueden ver fantasmas: los mayores los han desterrado de su imaginación, porque viven en un mundo de avaricia donde ya han triunfado y ninguna circunstancia mágica les derrotará.

Con el paso de los minutos, se liman las durezas, pero sigue dando cierta inquietud esa lápida del cementerio, profecía de un pasado aciago que solo puede cambiar la terquedad y valentía juvenil.
Pequeños detalles, que dan un poco de lustre a lo que en el fondo solo quiere ser juguetón.

Los actores despidiéndose al final, como si de una obra de teatro se tratara, solo complementa la ingenuidad del conjunto.