Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
4
Ciencia ficción. Acción Un futuro cercano. Han pasado 10 años tras la primera invasión que sufrió la humanidad, pero la lucha aún no ha terminado. El planeta vuelve a ser asediado por los Kaiju, una raza de alienígenas colosales, que emergen desde un portal interdimensional con el objetivo de destruir a la raza humana. Ante esta nueva amenaza, los Jaegers, robots gigantes de guerra pilotados por dos personas para sobrellevar la inmensa carga neuronal que ... [+]
22 de marzo de 2018
77 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría trazar un estudio sociológico, cinematográfico y enormemente cínico entre ‘Pacific Rim’ y su secuela.
Ambas son la prueba, viviente y penosa, de que no hay historia mala, sólo narradores inútiles.

A su favor, hay que decir que esta segunda parte lo intenta, pero su hermana mayor no para de hacerle sombra: en todo el tiempo que esta se pasa justificando su rebuscado argumento, Guillermo del Toro ya se lo había pasado bien demasiadas veces, y encima había conseguido involucrarte un poquito en la historia de sus atípicos protagonistas.
Aquí, sin embargo, hay un señor cara de zapato, rebelde porque el mundo le ha hecho así, anticarismático a saco, que se alía con una Doña Nadie plantilla de niñata resabidilla para formar parte del programa Jaeger de reclutas jóvenes donde hablan en pasillos, hablan en dormitorios, hablan en salas de control, hablan en explanadas, hablan por los codos, hablan de apocalipsis, hablan de que hay que hacer algo… ¿se entiende el problema, no?
Tanto mimo en justificar un argumento orgullosamente absurdo, y sin embargo a la hora de la verdad te plantan un vergonzoso photoshop de John Boyega en una foto junto a Stacker Pentecost y Mako Mori.
(Mira que era fácil ignorar ese punto argumental gilipollas si sólo lo cuentan, pero no, esta es la clase de película que juzga necesario mostrarlo)

Mientras, por algún lado andan los Jaeger y los Kaiju.
Bueno, no, miento, los Kaiju son ya cosa del pasado, y los Jaeger ahí están al fondo del plano, sólo enfocados directamente para mencionar sus nombres dignos de crío puesto de droga fuerte.
Guillermo del Toro ya supo, en la primera, que esto le iba a ocurrir.
Por eso bañaba las estupideces más absurdas con épica juguetona. Por eso llenaba el plano de detalles cromáticos y desgastados, construyendo visualmente lo que no te ibas a tragar por medio de palabra. Por eso se buscaba las excusas para meter cuanto más bicho mejor, y convertía cada lucha en una variedad de espectáculos lumínicos punteados con momentazos milimétricamente medidos (la tan criticada espada que salía de la nada para rebanar al bicho volador, la guinda de un pastel de hostias que sabía a gloria). Por eso construía personajes con trazo grueso, cuidaba que tuvieran tanto luces como sombras, y usaba el apocalipsis kaiju para afinar sus emociones, y no al revés.

‘Pacific Rim: Insurrección’ no tiene nada de eso.
Tiene un miedo salvaje a no tomarse en serio, fruto de un director que se nota no confía en el material, y un actor estrella que tiene que quedar como el más chulo del lugar.
Tiene, sin exagerar, un casting horrible basado en la variedad étnica y el rango de edad, que podría ser sustituido por postes con cara pintada y me quedaría igual.
Y, por último, tiene una de las tramas más PUTO ROLLO del cine comercial reciente, donde empresas malévolas asiáticas y traumas paternales se conjuntan para dejar KO al espectador hasta que empiecen las hostias que todos los que entran a la sala deberían esperar.

Lo peor son esas ruinas, tapadísimas y desfiguradas, de lo que pudo haber sido: la progresiva fusión de Jaeger y Kaiju da los puntos más interesantes de esta historia, ahondando un poquito en esa lógica retorcida por la cual creamos monstruos para defendernos de los monstruos, pero son islas en un océano en el que no hay nada (por no haber, ni Kaiju).
No es muy complicado ver un producto de encargo manufacturado para el mercado japonés, en el que lo único que se ha pensado es cuántas armas se puede encajar en un Jaeger sin pasarse, y toda espléndida cinematografía de Del Toro que dejaba apreciar sus imponentes tamaños se ha sustituido por coreografías de patadas y volteretas que mandan las leyes de la física a tomar por culo de un patadón robótico.
No es que los bichos surgiendo del mar sean el pico de la verosimilitud, pero era esa atención al detalle lo que te hacía entrar en el juego, y jugar.

Aquí no se ha jugado, no se ha divertido nadie, y se nota.
¿Y habrá que recordarle al director y guionistas pasárselo bien con robots gigantes que pegan monstruos gigantes?
Para eso, casi mejor dejarlo morir (sin dignidad, eso ya se acabó).
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow