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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción. Drama Historia posapocalíptica sobre una chica que vive sola y lleva una granja en la última sección respirable de la Tierra, tras una guerra nuclear. Su mundo se verá roto cuando tropieza con dos extraños en el bosque. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2015
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre el género post-apocalíptico, hay historias que, más que hacer de la amenaza el posible fin de la raza humana, lo hace de los propios creadores de dicha amenaza: la Humanidad.
No resulta descabellado pensar que, de todos los peligros que se pueden encontrar en el fin del mundo, el peor sea una raza de primates que las más de las veces se dejan llevar por los bajos instintos, han desarrollado a lo largo de la propia Historia los más elaborados engaños y traiciones, y esquilman el planeta sin piedad ni freno.
Pero no siempre las mayores amenazas vienen con aviso.

'Z de Zacarías' hunde sus raíces, por igual, en la esperanza y la desconfianza. Y demuestra que están inexplicablemente unidas.
La historia contada, de una chica llamada Ann, que sobrevive en un mundo devastado y debe lidiar con dos extraños que llegan para alterar su Edén, bien podría suceder en cualquier otro lugar, bajo cualquier otra circunstancia. Porque únicamente pone el cáracter humano a juicio, nunca su capacidad de supervivencia.

Craig Zobel nunca explora la falta de alimento, de recursos, o ni siquiera la falta de electricidad que se configura como clave en el argumento por su recuperación, sino que decide darles un cáracter milagroso. Un Dios misericordioso decidió darle a Ann un paraíso en el que vivir hasta el fin de los días.
Pero existe un problema: el fin de los días hace mucho que llegó, y solo queda el silencio de la campiña. Es la clase de silencio que va matando la capacidad de sentir y apreciar, algo que Ann anhela desde hace mucho.

Entonces, llega John, un extraterrestre dentro de un traje de plástico, buscando un lugar seguro y casi llorando al encontrarlo. Es más interesante observar el lento acercamiento de Ann y John por cómo se miran que por cómo se hablan.
Unos magníficamente gestuales Margot Robbie y Chiwetel Ejiofor consiguen expresar, sutilmente, sin apenas subrayarlo, el ansia de contacto humano, y la poca importancia que tiene el comportamiento en ello. John es hombre de ciencia, cultivado y metódico, puro producto de un S.XXI en el que se busca la eficiencia y se desdeña la pérdida de tiempo, mientras que Ann es hija del campo, una muchacha silvestre católica criada con la creencia de que resistir viene antes que disfrutar.
Hay dos visiones del mundo ahí, de un mundo que ya no existe, y sus interacciones son torpes por lo mismo: desean algo que quizás, en el fondo, no quieren de esa determinada forma.

Por eso la aparición de un tercero, Caleb, es tan interesante.
Chris Pine asume su condición de agitador moral, del tercero en discordia (¿por qué un tercero siempre se asocia a la discordia?) y viene cargado con las dudas que acechan en lo más profundo de Ann y John. Tres son multitud, sí, pero quizás demasiada multitud: el Edén ha dejado de ser seguro, porque ya no es el relato de dos personas aprendiendo a conocerse, es el de tres no sabiendo cómo soportarse.
Desolador es pensar que, quizás, de nuestra opción a elegir, y de nuestra incapacidad de hacerlo, vienen la maldad, la perversión y los celos. Que estamos más solos de lo que parece, y desgraciadamente miramos más por nuestro propio beneficio, el que no nos favorecerá cuando las reglas sociales ya no nos aten.

Al final, un final enigmático y perturbador por las sombras que arroja a nuestra conciencia, vemos a Ann, John y Caleb haciendo simples, sencillos actos, que la historia que se ha desarrollado aumenta como una lupa y les deja desnudos, sin refugio, solos.
Y nadie sabe qué pensar, si el hombre se ganará de nuevo su derecho a habitar una Tierra que él mismo se negó, o si por el contrario merece juicio por los pecados que arrastra.

Solo queda una certeza: que el paraíso existía, y el hombre (o en este caso, la mujer) lo mató porque no podía soportarlo.
Charles
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