Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción. Aventuras. Acción El USS Enterprise, la nave insignia de la Flota Estelar liderada por el capitán James T. Kirk (Chris Pine), vuelve a surcar el universo para asegurarse de la protección de la Tierra y del resto de planetas aliados. Pero la tranquilidad durará poco y el peligro acecha. La primera etapa de su misión les llevará a un territorio desconocido, y su travesía de vigilancia pronto se convertirá en una carrera por la supervivencia espacial cuando ... [+]
29 de julio de 2016
41 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
La saga 'Star Trek' cumplirá medio siglo de existencia este año.
Han sido cincuenta años de aventuras más allá del universo conocido, de razas alienígenas visitadas, conflictos de todo tipo y, sobre todo, entendimiento de lo ajeno o incomprensible. Es imposible no emocionarse un poco ante esta perspectiva, y reflexionar sobre todo el camino recorrido.
El espacio nunca fue tan grandioso, aunque a la vez tan pequeño.

Por eso nos sorprende, aunque no debería, que 'Star Trek: Más Allá' empiece con el capitán Kirk observando a la tripulación que tantos años le ha acompañado, y confesándose que al final del día adentrarse en la oscuridad del espacio trae más cansancio que recompensa.
Humanizar a Kirk no es solo una gran decisión de esta tercera entrega sino una necesidad: daba la sensación de que los habitantes de la Enterprise estaban sepultados bajo el ruido de sus aventuras, y quedaba poco tiempo para observarles en sus momentos más sencillos, tomándose una copa lejos del puente o contemplando las estrellas en soledad.
La tripulación, ese ente hasta ahora uniforme de camisetas rojas, azules y amarillas, cobra vida en minutos valiosos, relajándose en George Town como en pocas ocasiones se habían permitido. Claro que frenar el ritmo de hiper-espacio tiene sus consecuencias en forma de preguntas sobrevolando a Kirk y Spock: ¿tiene sentido continuar rumbo a donde ningún hombre ha estado jamás?

No hay tiempo de formular la respuesta, porque acto seguido parten a un planeta desconocido tras una nebulosa, donde se encontrarán con una raza de tiránicos alienígenas bajo el mandato de Krall, un líder resentido cuya mayor satisfacción es probar en realidad cuán débiles son los lazos que unen a la Federación.
Se trata de una prueba de supervivencia, porque por primera vez Kirk y compañía se ven en territorio desconocido sin garantía de que un comando de teletransporte les pueda sacar de cualquier lío, pero es también otra excusa para incidir en el tema favorito de esta entrega: la unión que hace la fuerza, aún en las situaciones más adversas. Hemos visto la mirada de Kirk abandonando su nave, y no sabemos si realmente sentía pena por sus tripulantes lanzados a lo tenebroso, o por un trozo de chatarra que en el fondo no es más mito que las personas que le dan vida a sus pasillos.
El exilio en ese planeta le da la oportunidad, a Kirk y los suyos, de aprender (aún más) a confiar los unos en los otros, y lo que es más importante, a aceptar el sacrificio de otros. Spock le dice a Kirk que salvará a Uhura, desafiando toda lógica vulcaniana, y Kirk debe ceder en su puesto de capitán porque lo que su compañero necesita es un amigo: de detalles que marcan la diferencia como ese está la película llena, como 'Bones' McCoy dejando de lado su lógica científica o Chekov despreciando el protocolo, solo porque una de esas personas que les ha acompañado siempre está en peligro.

Sin embargo, sin dejar de lado la unión, seña de identidad de 'Star Trek', la historia se guarda un as en la manga al respecto del entendimiento.
Krall desafía los parámetros fraternales de Kirk al desmontarle uno a uno todos los dogmas que arrastra una Federación utópica, más centrada en el bien común que en el particular, y uno no puede menos que empatizar mínimamente con su búsqueda de venganza y justicia, porque los valores de los que hace gala la historia son los mismos que les han condenado a él y a su tripulación.
Sin revelar demasiado, basta decir que, como Kirk, Krall también es un capitán de su gente, y haría lo que sea por mantenerles con vida en el negro vacío del espacio, que tantas veces puede nublar la razón de un hombre, haciéndole creer que avanza, sin garantía de que así sea. La suya en el fondo es una historia trágica, y reflejo oscuro de la Enterprise: nunca se rindió en su búsqueda, pero cuándo llegó a algún lado estaba demasiado solo como para pensar razonablemente.
El destino de Jaylah, la curiosa extraterrestre albina con rayas negras, podría haber sido la misma, pero siempre se aferró a una esperanza, cosa que Krall nunca hizo.

Hemos visto ese mismo debate en las mentes de Kirk y Spock, preguntándose si realmente merece la pena seguir navegando, y lo mejor es que la propia película les da una respuesta natural, que hasta ahora habían pasado por alto, como a todo el mundo le podría pasar allá arriba.
El capitán siempre se hunde con su barco, pero que mejor honor que naufragar con su tripulación, haciendo frente a los peligros, sobreviviendo para llegar a donde ningún hombre ha llegado jamás. Lo mismo hemos vivido los fans de 'Star Trek' durante 50 años, y los que nos quedan por vivir.
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow