Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Charles:
6
Terror. Drama Justine, una joven de 16 años, vive en una familia donde todos son veterinarios y vegetarianos. Es una estudiante brillante y prometedora, pero al ingresar en la facultad de veterinaria descubre un mundo decadente, despiadado y peligrosamente seductor. Durante la primera semana, obsesionada por encajar con sus compañeros de clase, se aleja de los principios que le han inculcado su familia, y come carne cruda por primera vez. Las ... [+]
6 de marzo de 2017
132 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en 'Crudo' que me pone realmente enfermo, comprendiendo perfectamente a aquellos espectadores de Gothenburg que se salieron del cine a mitad de la sesión.
Su cuidada selección de planos, la sutil pista de sonido inquisitivo... llegan a un nivel subconsciente inexplorado, convirtiendo una común búsqueda de identidad en una experiencia incómoda y desasosegante, más centrada en los sentimientos que te provoca que en el interés que su historia pueda despertarte.
Te mete directamente en la cabeza de su protagonista Justine, y logra explicar sin palabras el soterrado ansia que la inunda en su nueva etapa universitaria.

Para ella, una dulce niñita con camisetas de unicornio protegida por sus papis, dicha experiencia no puede ser más violenta: literalmente arrojada al campus, con apenas una identidad medio definida para "defenderse".
¿Defenderse de quién, de qué? ¿La universidad son todo risas y fiesta, no?
Nadie lo diría mirando la manera en la que Julia Ducournau la filma, en tonos apagados y violentos, como una feroz jungla de intereses cruzados. Tan desconcertante en su caos que Justine busca a su hermana entre la jauría fiestera, mientras la cámara no deja de recordarla que alguien debería estar metiéndole la lengua hasta la campanilla.

Las novatadas se convierten en una cruel dominación sobre los novatos, como si fuera un campo militar en el que se te forma para encajar en los demás.
Pero no solo encajar: lo que estos veteranos piden a Justine es borrarse, perderse, despreciarse; buscan tragarla y escupirla. Quieren que quiera lo que quieren, que haga lo que le han dicho que quiera.
Todo para que en la foto de promoción sea igual de feliz que los demás, porque en ella solo permanecerá su sonrisa, no el interminable historial de putadas y crueldades que le han dedicado tan desinteresadamente.

Su hermana Alex la alienta para que no sea la terrible excepción a la norma, pero hasta ese débil afecto se esfuma con la presión de la manada.
Pasa a ser otra del montón Justine, ¿no ves lo felices que son todos en él?

Pero entonces llega. La carne.
Una nota de insospechado placer sucio y culpable, un verdadero sabor entre otros muchos prefabricados que todos deben disfrutar.
La represión alimenta la intensidad, y esta solo se libera en un placer casi orgásmico.
Justine, la niñita protegida que se preocupaba por trozos en su puré de patata, descubre que lo prohibido le gusta más de lo que dicen que debería gustarle.
Y en cada arrebato de culpable ansia se va borrando la culpa, a medida que abraza su verdadera identidad.

A nadie se le puede escapar el fondo de empoderamiento que desarrolla la historia.
Pero lo más satisfactorio es ver que, junto a eso, hay una defensa encarnizada, casi furiosa, cruda, del derecho a ser diferentes.
Merecemos que nos guste lo que nos gusta, sin que por presión social tengamos que censurarnos.
Y, aún más importante, merecemos la oportunidad de desarrollar nuestros gustos, sin tener que llevarlos atados y amordazados desde la más tierna infancia.

La sociedad es solo una ilusión de lo aceptable, donde la palabra "normal" implica esconderse y aburrirse, todo eso hasta que alguien se atreve a romper sus represivas convenciones.
Hay que admirar la transformación de Justine: de niña a mujer, con la obligatoria clasificación en el montón bien esquivada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow