Bienvenidos a los setenta, una década especial, sobre todo para aquellos que la vivieron intensamente. Yo pasé fugazmente por los setenta, así que no tenía que esconderme de miedo con mis hermanos cuando la pusieron por la tele, no se encuentra en ningún rincón de mi memoria que produzca nostalgia y por lo tanto, inevitablemente, no la puedo sobrevalorar como me gustaría. Visto hoy, cuando ni siquiera había oído hablar de ella, me ha parecido una película muy justita, prometedora en su inicio y bastante soporífera hasta que se desata en los últimos quince minutos.

Tiene el mérito de presentar una trama en la que un policía de la vieja escuela choca con el único que tristemente para él tiene conciencia de la realidad, nuestro amigo protagonista, que es el que se mete en los típicos problemas que suelen acontecer cuando tenemos en cuenta la variable zombie. A mí el remate final, con clara influencia de la película de Romero que todos conocemos, me ha parecido lo mejor. Pero eso no ha de ser todo, hasta llegar ahí hay mucho diálogo vacío, mucha vuelta innecesaria. La pequeña dosis de gore es muy acertada, la ambientación correcta, incluso el título es una maravilla. En fin, cine setentero no apto para espectadores de visión objetiva, puede resultar un tostón. Yo diría que es justita sin más, palabra.