Queda claro si echamos un vistazo a una descripción mínima de su biografía que Cocteau era un hombre muy especial, que vivió muchos frentes artísticos y que para el cine, que es lo que nos interesa, debió usar apenas una parte del potencial total que poseía. Una pena, creo que si se hubiese dedicado de lleno a la cinematografía tendríamos a nuestra disposición una filmografía de la que "Orfeo", que es lo que importa aquí, es sólo una pequeña muestra. Cocteau nació cuando el cine era poco menos que un espectáculo de feria o de circo, nació en otro siglo, y aún así, aferrado a las letras (y al opio) fue capaz de parir un peliculón como "Orfeo", que adapta a su manera el conocido mito de un personaje, como él, en la película, muy especial.

A Orfeo le van las letras, a Cocteau también. Y como antes de que existiera el cine ya existían los cuentos de hadas, el que estuvo capacitado para subirse a la cresta de las nuevas olas sólo podía sacar adelante obras fascinantes. Claro, habrá quien acuse una película así de intelectual, como si eso fuese malo. Si Orfeo ama a Eurídice y coquetea con la muerte y el espectador del siglo actual tiene que acudir a la Wikipedia para orientarse un poco, entonces todo son quejas porque claro, ya nadie acude a los clásicos de la literatura. Bueno, ya casi nadie lee, así que hablar mitología suena a escupir en la cara.

En todo caso, adaptación asombrosa, con un Orfeo contemporáneo, con carácter, presuntuoso y presumido pero a la vez vulnerable. Una película enorme y especial de la que sólo podía hacerse cargo alguien con un bagaje cultural como Cocteau. No es cine para minorías, hasta un espectador limitado como yo puede sentir fascinación real, porque entretiene lo suyo y está al alcance de todos entender lo que sucede. Cocteau era un genio.