Gracias al interesante juego de las hipótesis que se plantea a posteriori, un juicio en toda regla sobre lo que pudo haber sido y no fue, garantiza que la película funcione de forma correcta. Esa espiral, con sus idas y venidas temporales, la tiene que soportar alguien que está en su recta final profesional y que, por suerte para los 155 pasajeros, llega a su edad madura como piloto en plenitud de condiciones. Tengo que hacer la broma, no puedo evitar que se me escape de entre los dedos: Sully es de Bilbao, y si tiene que aparcar el avión en el río Hudson lo hace sin problema.

Ese factor humano se exprime con toda lógica, porque los simuladores están programados para tener en cuenta todas las variables y llevan el sello humano, pero no son humanos, son máquinas, es un sucio software que tiene en cuenta todas las variables medibles. Menos el factor humano. Así que es una vergüenza que nos tengan a Hanks en el ojo del huracán, que de forma interina y no oficial se insinúe que cometió un error y que puso en peligro a los pasajeros del avión que pilotaba. Es lamentable pero cierto como la vida misma, porque lo habitual en esto de encontrar explicaciones es echar la culpa a alguien.

Pero Sully es de Bilbao, cualquier otro no se hubiera ni planteado un aterrizaje de este estilo. Sully es un héroe y por fin diré algo que debía haber dicho antes, el octogenario que hay detrás, Eastwood, un tío que a estas alturas sabe bien lo que hace. ¿"Sully" merece más nota que la que le doy?: probablemente, pero eso no ha de significar mucho, al fin y al cabo lo que importa es que no es ningún desastre, para pasar parte del domingo por la tarde no está mal.