Vincent Price entra en los años sesenta sin saber que será la década en la que verá consolidada su carrera como actor. Muchas de las películas por las que es recordado se realizaron en esos prolíficos años, de la mano de Corman especialmente, con Allan Poe en el ambiente y con una producción de bajo coste que le da a esos títulos algo especial. La verdad es que no sé dónde colocar a "Confessions of an Opium Eater", una película poco conocida que no sé ni cómo ha llegado a mis manos. Es poca la información que hay sobre este largometraje de aventuras, que por lo que he visto no tiene nada que ver con la obra literaria autobiográfica de Thomas de Quincey. Únicamente tienen en común el título, porque en esta película apenas hay algunas escenas en un fumadero de opio y básicamente se trata de una historia confusa con venta de mujeres, guerra de clanes y con algunos interrogantes por desvelar. Pero sobre todo, se basa en un enredo sin brillo.

Siempre es agradable ver a Price, de hecho si he llegado aquí es por él. Sin embargo la película no tira de interpretación, no se aprovecha de su talento como actor y es más un protagonismo basado en la acción, cosa rara en alguien cuya celebridad se debe a su compostura a la hora de actuar en un escenario, no a sus saltos y cabriolas. En esta ocasión tira de dobles para subir por muros, colgarse de balcones, correr por cloacas en una ciudad que llega un punto en el que no se sabe si es China o San Francisco y ciertamente da igual porque el desánimo acaba apareciendo rápido. Creo que soy demasiado bueno dándole cuatro estrellitas, es mala y olvidable.