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Voto de Eddie Felson:
3
Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
5 de noviembre de 2011
99 de 161 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante, que el talento de este señor húngaro en el manejo de la cámara, la composición, el encuadre, fotografía son espectaculares, solo hay que ver el primero de los innumerables plano-secuencia que abre la película para darse cuenta de ello. Es también evidente la carga existencialista y de trasfondo pseudofilosófico con la que quiere cargar esta sencilla historia.

Que el punto de partida es muy interesante, a partir de un hecho casual que marcaria los últimos años de Nietzsche, gran pensador alemán de 2ª mitad de s.XIX, el cineasta nos cuenta lo que le ocurrió al la otra parte protagonista de dicho suceso, a saber: un tullido campesino turinés, su viejo caballo, y su hierática hija. En el primer día nos muestra con hiperrealismo los cotidianos hábitos de esta rústica familia: metemos el carro y el caballo en el establo, hija desviste y viste al viejo, viejo al catre mientras la hija se sienta a contemplar el panorama por la ventana, hija sale a por agua al pozo y llena dos cubos, hija pone a cocer el agua, y k hay de comer?? lasaña al horno...alomejó, pone sobre la mesa dos papas hervidas y un poco de sal, el anciano devora la patata con su única mano hábil mientras su hija la come poco a poco, viejo a la ventana del tirón, hija recoge los cuencos y desecha las sobras, padre e hija se meten un par de latigazos de aguardiente y a dormir. Esta secuencia se repite 5 veces más!!, eso si cada vez más castigados y degradados por las inclemencias y falta de víveres, sus vidas se van apagando. También salta la sorpresa un par de veces y llega un día un calvo borrachín con diarrea lingüística y otro día se presentan unos gitanos canasteros sedientos y con ganas de guasa. Esto durante dos horas y pico, con una lentitud, alargamiento de planos y aburrimiento exasperante.

Intuyo que el director nos quiere mostrar lo cotidiano, inútil y la carga insoportable de la existencia humana, pero no está inventando nada nuevo, esto ya lo hicieron de una manera mucho más amena, interesante e inspirada Hawks, Ford, Wilder, Allen o Bergman, si no por favor revisen El séptimo sello y verán que nos les miento.

Lastima de talento perdido al servicio del más absoluto sopor.
Eddie Felson
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