Rompe arquetipos con talento.

Son dos chicos y una chica de clase media con familias disfuncionales o, más bien, con características neurosis con violencias de diverso tipo.

El panorama de las dos guionistas es muy interesante, rico en matices, y la realizadora se apoya magistralmente en los tres protagonistas. Precisamente tiene en común con Monsieur Lazhar, ahora mismo en cartelera, la dificultad del colegio en armonía con las familias y la soledad de los adolescentes. Hasta ahí la similitud.

Me mantuvo todo el tiempo enganchado, interesado por todos los personajes, ya que con pocos detalles da muchos elementos atractivos, siguiendo siempre a los tres jóvenes en una atmósfera de creciente suspense hasta arribar a un final que considero excelente: en ese silencio, en esa falta de compromiso, en esa voluntad truncada de buscar el amor destruyéndolo es donde está el corazón de la película.

Desasosegante en muchos aspectos deja en el aire el mayor de todos los conflictos, la falta de criterio unificado por parte de la Escuela Pública (la violencia psicológica que ejercen algunos profesores es terrible) y las crisis continuas de las familias en estado de descomposición generalizada.

Muy buen ritmo toda la película. Excelentes actuaciones en los adultos interpretados por actores de probada capacidad en cine y teatro como Francesc Orella, Ana Fernánde y Mercé Pons.

Marina Comas es la niña salvaje con mayor protagonismo en el último tramo. Son tan niños estos adolescentes que ni siquiera están tocados por la sexualidad; viven aún en la cerrada ingenuidad de la infancia, tanto es el candor que guarda su violencia.

Una madre le dice a una impotente orientadora de Instituto: "Yo sé que un día llegaré a casa y mi hijo no estará. Pero ese ya no será mi problema. Será de ustedes".

Suscita variadas emociones e importantes reflexiones. La mejor película de Patricia Ferreira.