Mal dirigido, mal fotografiado y peor interpretado, bajo una realización con música estridente y exagerados primeros planos con diálogos y situaciones dramáticas muy tensas, con aire de cine malo de los cincuenta con sus frases hechas y su dramatización subrayada... Pues bien, con todo esto, ¿por qué no digo que es muy mala, cuando ni siquiera se defienden sus excelentes actores? Pues porque todo se mueve sobre una idea tan poderosamente rica que conmueve sólo pensarla, y que obliga a llegar hasta el final, a no abandonar la difícil travesía aunque durante la primera hora crezcan las ganas de apagar el dvd. La idea base es hablar del sadismo singular de la dictadura argentina con la adopción de hijos de sus torturadas supervivientes o muertas, sin mostrar una sola escena de rapto, tortura, parto ni asesinato y, sin embargo, creando un opresivo ambiente de supervivientes muertos en vida o vivos en el cinismo, la mentira pertinaz.
El gran objetivo no se ha logrado, pero ahí está el material para que Fito Páez aprenda a recomponerlo en futuras películas y, sobre todo, como enseñanza para realizadores dados a los golpes bajos para contar dramas de esta naturaleza.
He llegado al final de esta película con tantos defectos sufriendo el destino de personajes en una situación que ha desbocado la naturaleza del abuso de poder bajo una dictadura. Impresionante mar de fondo y muchas promesas detrás del barullo.