Está tan bien realizada que parece que es buena. Sin embargo, sobre un arranque esperanzador y un envolvente desarrollo, en la media hora final ya me doy cuenta que lo que esperaba no aparecerá; no hay personajes atractivos, sólo arquetipos, lugares comunes por todas partes, y un Ben Affleck que dirige bien pero desperdicia mucho, seguramente por haberse metido a protagonizar a un delincuente profesional con trauma de chico bueno. Una interpretación insoportable: siempre con cara de póquer frente a la encantadora sensualidad de Rebecca Hall.

El reparto es óptimo, pero todos cumplen sin ganas; personaes e interpretaciones resultan monocordes, sin matices ni contradicciones en lo que debería ser un vertiginoso entrechocar de pasiones diversas.
Los malos-malísimos-de-la-muerte no son creíbles para nada. Lo que al principio parece novedoso resulta que ha sido visto mil veces con mejores armas y mayores talentos. Un fiasco.