Qué maravillosa belleza la de Natalie Wood, tan tierna e ingenua al encarnar a una pizpireta jovencita que acabaría siendo la gran Gypsy Rose Lee (1911-1970), la hermosa muchacha que salva a su familia de cómicos con un tímido strip que causó sensación en aquellos primeros años del siglo.

Este homenaje basado en las memorias de la propia Gypsy es entrañable por la propia historia de la familia, por la aparición mágica de Natalie, por supuesto, pero sobre todo por la extraordinaria pareja de veteranos encarnada por Rosalind Russell, quien por primera vez canta y baila, auténtica protagonista en la piel de un personaje arrebatador, y el recientemente fallecido Karl Malden, eternamente espléndido.

Desde luego la película en los tan pacatos años 60 es demasiado pudibunda, no sólo en lo del strip que es una anécdota hacia el final, sino en todo el proceso de la historia, pero sin embargo su encanto envuelve con las características de un musical muy original, diferente y especialmente dirigido a los amantes del show y del teatro, con algunos números musicales inolvidables.