Cómo no, una serie más de Netflix que intenta ser todo y consigue no ser nada. Guiones sin mucho sentido, con falta de originalidad y que dejan por explicar muchas cosas. En cuanto a las actuaciones, salvaría dos o tres que van acorde con lo que quieren representar.

Esta serie es un ejemplo más de serie comercial que quiere conseguir enganchar al espectador a modo Netflix, pero que al final es una más, y en este caso muy del montón. El estilo es el visto ya en muchas otras series españolas: chicos y chicas, de un perfil atractivo para enganchar al espectador, introduciendo historias de amor mal conseguidas. Quiere imitar aspectos de muchos otros lanzamientos como élite, pero se queda a la mitad en su intento de conseguir muchas cosas. En cuanto a la trama, intenta representar una sub-sociedad distópica a modo de secta "espiritual". No se entiende bien el perfil psicológico que quieren representar; por un lado muestran a Amaia Salamanca (Astrid) y a Guillermo Pfening (Eric) con rasgos muy vinculados con la sociopatía, pero a la vez les quieren dotar de empatía.

Este intento de Juego del Calamar, está claro que no va a conseguir lo que esperaban los directores, ya que no por crear tensión a final del capítulo vas a conseguir que tu serie sea mejor. Una muestra más de que en este país desperdiciamos el talento para intentar conseguir algo que venda.