El dedo de un habitante del pueblo que fue asesinado será mantenido en un frasco con formol por su hermano Florencio.
Ese dedo, que comenzará a moverse sólo será el principal candidato a quedarse con el puesto de jefe de municipal.
Mediocre producción argentina, rodada en Córdoba, basada en una novela del cordobés Alberto Assadourian, se afinca en el grotesco, en el estereotipo.
Sin intenciones de ir más allá de la superficie, y con personajes pueblerinos, las actuaciones son exageradísimas, con Fabián Vena a la cabeza.
La trama que en un inicio aparenta ser sencilla y termina enroscándose hasta puntos insostenibles; reflexiones morales que pretenden ser serias e importantes; música telúrica que subraya cada secuencia; subestimación completa del espectador, al cual se le deben dar todos los datos y todas las lecciones de forma directa.
Populismo en cine, con pastelitos y asado, todo muy berreta.
Narrativamente, termina generando la sensación de una deriva sin demasiado rumbo: hay retrato de pueblo, hay historias de amores, hay supuesta venganza, que como historia prácticamente no se narra y no se resuelve .
Los chistes no funcionan, la película no entretiene, todo mal.
Lamentablemente películas como estas hacen que el cine argentino este cada vez peor, que salvo honrosas excepciones como Cuento Chino o El secreto de tus ojos, es de una chatura que da miedo.

Lo peor: que se sigua filmando basuras como esta, que atrasan mínimo 30 años.

Lo mejor: que el público le dio la espalda, fue un fracaso en la taquilla.