"The Mind Benders" es un film difícilmente etiquetable que mezcla el género de suspense con la ciencia ficción y el drama familiar. Una combinación complicada de equilibrar que hace que no termine de funcionar del todo. El guion es de James Kennaway, basado en su propia novela de 1963.

La crisis de los misiles en Cuba fue quizás el momento culminante de la guerra fría. Así que no es de extrañar que tanto "The Manchurian Candidate" como la película británica menos conocida "The Mind Bendersse" se realizaran ese mismo año. Ambos films tienen que ver con el lavado de cerebro; el primero basado en las experiencias de los soldados en la Guerra de Corea y el segundo en experimentos de "reducción de la sensación llevados a cabo en ciertas universidades de los Estados Unidos", según se dice al inicio aunque añadiendo que todos los personajes son ficticios. La técnica consiste en introducir a un hombre en un tanque de privación sensorial durante unas horas lo que hará que pierda la voluntad y sea fácilmente manipulable.

Aunque la película comienza como un thriller de la guerra fría, pronto da un giro y se convierte en un drama familiar. Mientras que en "The Manchurian Candidate" el lavado de cerebro puede conducir a intentos de asesinato presidencial, en "The Mind Benders" causa dificultades en el matrimonio cuando el protagonista (Dirk Bogarde) es sugestionado para que rechace a su esposa (Mary Ure). Esta mezcla entre ciencia ficción y drama familiar es lo que le da originalidad a la película pero, al mismo tiempo, es su mayor problema al no desarrollar adecuadamente ninguna de las dos áreas y, finalmente, hacer que se vuelva confusa en gran medida.

El refutado director británico Basil Dearden dirige con su habitual profesionalidad y hace lo que puede con un guión desequilibrado. El elenco es excelente, particularmente Dirk Bogarde, quien al más puro estilo Dr. Jeckyll, interpreta al científico y al conejillo de Indias, y Mary Ure como su sufrida esposa. La banda sonora de Georges Auric y la fotografía en blanco y negro también son dignas de mención, pero uno no puede evitar pensar que el tema podría haber sido más adecuado para alguien como Roger Corman.