No solamente ha resultado ser una experiencia decepcionante por no saber de lo que iba y estar esperando otra cosa, es que el juego es objetivamente malo, se coja como se coja.
La protagonista, Mia, es una joven que se despierta con amnesia en un hospital abandonado donde no se sabe lo que ha pasado y hay extrañas presencias. Pero no es un videojuego de terror al uso, ni siquiera lo clasificaría como aventura.
Si le quitamos los puzles de dificultad infantil sin aliciente, esto es un “walking simulator” puro y duro, que va construyendo una historia floja y de nulo interés a base de “flashbacks” que ni siquiera son secuencias cinemáticas, sino sucesiones de imágenes fijas.
Si el guion, por llamarlo de alguna forma, carece de todo, no lo es menos el motor gráfico.
Es muy pobre técnicamente. Sé que no es una gran producción, y que debe ser funcional, pero no es de recibo que se me ralentice por momentos con una tarjeta gráfica RTX. Y menos aún que tenga tantos problemas de configuración en PC, que como no busques soluciones ni siquiera arranca bien en modo pantalla completa.
Para mí, directamente es uno de los peores juegos del año. Por suerte, es bastante corto y dura como una película normal. Si no, sería insufrible, y no por la dificultad, sino por el aburrimiento que produce.