Bastante mal. Las películas de casinos y juegos, cuando no hay robos o mafia de por medio, suelen ser bastante aburridas. Pero es que en este caso el casino es virtual y el desarrollo del argumento tedioso hasta el extremo.
Porque no me creo que a Ivan (Ben Affleck) le eche el otro en cara que le ha timado dinero, y lo único que se le ocurre es ficharlo. Y una Gemma Arterton muy maquillada (como si le hiciera falta) está por ahí en medio sin hacer absolutamente nada.
La historia transcurre lenta. Da la sensación de que parece que va a tardar en arrancar la parte interesante, pero lo cierto es que nunca llega.
No emociona ni siquiera cuando lo intenta. Pues cuando parece que va a pasar algo, pasa rápido y otra vez vuelve a la tónica aburrida.
Lo cierto es que es muy corta pero se hace larga y muy pesada.
Da la sensación de que los productores dijeron: Vámonos de vacaciones a Costa Rica, que hay buenas playas y fiestas. Pongamos la excusa de una película, rodamos cuatro chorradas y por las noches lo pasaremos bien. Y algo de eso se refleja, pues los personajes no paran de estar en fiestas donde se oye la música más que sus conversaciones, aunque para lo que hablan nos da igual.
Una película de las que si no se hubieran hecho no habría pasado nada en absoluta. Su existencia es absolutamente inútil y el tiempo que se emplea en verla está desperdiciado.