Hay cosas incomprensibles, como la mecánica cuántica, los fenómenos paranormales, o… ¿por qué demonios hicieron una tercera parte de “Cocodrilo Dundee”?
Su propia existencia es ya de por sí un error. Las dos primeras no eran demasiado buenas, a pesar de tener un gran éxito en los años 80. Sin embargo, rescatar a este personaje trece años después de la anterior, no creo que tuviera mucho sentido.
Y no me equivoco mucho cuando esta tercera entrega fue un auténtico fracaso comercial.
Para empezar, a Paul Hogan se le ve demasiado viejo, y su hijo es demasiado joven. Parecen abuelo y nieto, más que padre e hijo.
Como prácticamente han vuelto a quitar los pocos elementos de aventura que había, solo nos queda la comedia. Pero aquí no tiene la más mínima gracia. Más que risa, da pena ver como Hogan intenta de manera bastante patética repetir sus años de gloria de los 80.
Es como si se hubieran empeñado en hacerla a la fuerza, pero más que para repetir éxito, para reunirse nuevamente el equipo y pasárselo bien. Y esto tiene todavía menos sentido, cuando los dos actores principales eran matrimonio en la vida real. Si os veis todos los días, ¿qué necesidad había de volver a trabajar juntos para hacer semejante bazofia? Curiosamente, he mirado en “imdb” los trabajos de ambos, y la verdad es que o ganaron mucho dinero con las dos primeras o se han dedicado a otras cosas fuera del cine, porque ambos ya están mayorcitos y tienen menos de 15 títulos cada uno. En fin, sus razones tendrían para hacer esta cosa.
El argumento es aburrido y lamentable. El humor no funciona y los actores tampoco.
Es una tremenda tomadura de pelo.