Tras un título completamente absurdo tanto en su versión original como en la traducción, lo único que tenemos es una película de acción estándar para puro lucimiento de Jet Li y sus artes marciales.
El asiático comparte protagonismo con un grupo de ladrones, que tienen como antagonistas a otro especialista en repartir “sagradas formas”, como es Mark Dacascos.
Con tanta gente, una duración escasa, y una trama de robos, con secuestro de niña incluido, e incluso escenas de humor, no queda demasiado tiempo para que las secuencias de peleas lleguen a satisfacer. Son bastante buenas, pero breves y escasas.
Al ser una producción de estas características, el argumento importa poco. Aquí solo hay entretenimiento y sucesiones de escenas de acción, no excesivamente espectaculares pero sí suficientemente divertidas y bien hechas.
Como digo, también queda hueco para el humor, y la verdad es que no solo no es malo, sino que sorprendentemente me ha hecho reír. Tiene su punto de gracia el personaje de Tom Arnold y la parte del vigilante de seguridad gay.
Las coreografías de lucha están muy bien. Como he dicho antes me han sabido a poco porque duran lo justo, pero ver el enfrentamiento entre Li y Dacascos es un lujo.
Con todo lo dicho, queda claro que me ha gustado, pero tampoco es la película de acción de la historia.
Está bastante mejor que las otras del director (las que nombran al final, “Herida abierta” y “Romeo debe morir” eran bastante malas), que tampoco es decir mucho. Pero no deja de ser una de acción del montón, que es bastante fácil de olvidar.
A la que es más difícil de olvidar es a Gabrielle Union, ¡ay, madre!