11 de julio de 2018
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¿Quién no ha escuchado alguna vez en su vida esa famosa tonadilla de piano, asociada en el inconsciente colectivo siempre a los casinos?
Nos encontramos ante uno de esos clásicos incombustibles que prácticamente todo el mundo conoce, incluso aunque no la haya visto.
Con una química insuperable, Redford y Newman forman la pareja de actores perfecta en este golpe perfectamente perpetrado. Sinceramente opino que esta película es muy grande porque sentó las bases del género de timos o estafas. La forma de enfocar la historia, con un engaño descomunal del que el propio espectador termina siendo cómplice y víctima, esta película ha sido imitada (aunque solo sea en la forma de narrar) hasta la extenuación.
Los actores y la ambientación son estupendos, pero también lo es el argumento, muy divertido y plagado de sorpresas que no conviene desvelar.
Es uno de esos films de los que, más que alabar o comentar con detalle su indiscutible calidad, es mejor recomendarla directamente a todo aficionado al cine, pues es objetivamente buena y se disfruta de principio a fin. Y mientras menos sepamos, mucho mejor.
Como curiosidad, creo que es una de las pocas películas en la que he visto al jefe de MacGyver (Dana Elcar).
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