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Voto de Bayoneta66:
8
7,4
12.028
Bélico
Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En el frente oriental, un escuadrón de soldados alemanes, capitaneados por un duro oficial, se enfrenta a las temibles hordas del ejército ruso. El pelotón germano está liderado por el respetado sargento Steiner (James Coburn), pero también tendrá que hacer frente a las decisiones ambiciosas y suicidas del capitán Stransky (Maximilian Schell), un aristócrata prusiano recién llegado al frente que busca ... [+]
11 de noviembre de 2008
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una de las mejores películas bélicas, o anti-bélicas, de la historia del cine y, desde luego, de la mejor película de Peckinpah, o la que creo que mejor aguanta el paso del tiempo. Hay tantos detalles... Los alemanes y los rusos son personas normales y corrientes metidas en el fregado de la guerra. Hay poco nazi transitando por la película porque, en realidad, hubo pocos nazis en el frente, entre la tropa. Nazis de convicción, se entiende. Incluso el detalle sensacional del aristócrata prusiano (M. Schell) que también odia a los nazis, ya que han alterado su orden, el orden natural: hay quienes sirven para mandar y hay quienes sirven para obedecer. Y, de momento, mandan ellos. Por lo tanto, lo que toca en el Reich milenario es ganar la máxima condecoración. En cambio, el sargento Steiner se ha transformado, siendo plebeyo, en un gran guerrero. Y aquí cuidado: sólo mediante el ejercicio de las armas, durante mucho tiempo, aquellos pertenecientes a las clases inferiores han podido mejorar su situación, su status, en la rígida sociedad tradicional. Es por ello que oficiales como el coronel y el capitán que interpretan James Mason y David Warner admiran al sargento Steiner. Lo tratan de mito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con todo, el contradictorio Steiner, que odia a los oficiales y a la guerra, al uniforme y a la madre que los parió a todos, tiene detalles de gran altura moral cuidando a su gente o cuidando al joven soldado ruso; más adelante del metraje impidiendo que sus hombres violen y maten a las mujeres combatientes soviéticas, o negando la venganza por la muerte del joven soldado alemán ya que éste, en una de las escenas memorables del film, le insiste en que no les hagan nada. Y, al mismo tiempo, no le importa dejarles a las mujeres soldado al nazi que resulta mutilado de su pelotón que, sin duda, el partido les ha impuesto para controlar a aquella ralea no de alemanes, sino de hombres. Pero, por otra parte, a Steiner la guerra ya lo ha cogido en sus garras; cuando apenas llega a un mínimo compromiso con la enfermera, Senta Berger, que habla de nuestro hogar, mientras se encuentra hospitalizado, a la primera oportunidad Steiner se marcha de nuevo al frente sonriendo. Y no perdamos de vista, junto con la cita de B. Brecht del final de la película, el hecho de incluir, junto con imágenes de la Alemania nazi y de campos de concentración, fotografías de Vietnam, África, etc. Y es que casi todo sigue igual, debía pensar Peckinpah en los '70 y, lamentablemente, seguimos pensando hoy día.