La mano que mece la cuna es, en cierto modo, una película de culto. Tal vez por su mezcla de thriller y película de terror que tanto se ha imitado desde entonces o tal vez por su peculiar dirección.

Curtis Hanson, director bastante irregular, hace un muy buen trabajo en La mano que mece la cuna. La película es, en un alto porcentaje un thriller psicológico que se ve enfatizado por los planos cortos de Hanson, que aumentan en gran medida la tensión del espectador. Ese es el mayor punto fuerte de la película, que consigue dar miedo (no miedo de sobresaltos, sino de situaciones) a base de trabajar al personaje principal (antagonista, en este caso) y meterlo siempre en encuadres pequeños que resaltan sus intenciones. Uno de los errores viene de la incapacidad de Hanson para mostrarnos evolución alguna en los personajes, algo que es mucho peor cuando se tiene en cuenta la previsibilidad de la obra. Además, el guion deja demasiadas cosas al azar y, aunque Hanson acierta intentando maquillarlas, es demasiado evidente que ciertas consecuencias no son nada lógicas teniendo en cuenta los actos que las desencadenan.

Annabella Sciorra está a un nivel altísimo. Aunque los personajes, como he dicho, parecen poco evolucionados, Sciorra debe atravesar un importante giro que supera con solvencia. Rebecca de Mornay hace un muy buen trabajo que le reportó grandes críticas. Sin embargo, a partir de este gran éxito, la carrera de la guapa actriz cayó en picado. Matt McCoy está acertado y poco más, siendo tal vez el más flojo del reparto. Ernie Hudson, soberbio, metido en un personaje de esos que gustan tanto a los actores por la cantidad de detalles que pueden añadir. Julianne Moore, que ha mejorado con los años, aparece poco y cumple con su cometido. La pequeña Madeline Zima (quien no conozca las series The Nanny o Californication que busque imágenes suyas en Google, no se arrepentirán) muestra un nivel sorprendente para su edad.

Resumiendo, que es gerundio: La mano que mece la cuna es algo así como un thriller de terror que camina entre los dos géneros sin quedarse en ninguno hasta los últimos 15 minutos de película en los que descarrila e intenta arreglar en ese tiempo lo que ha estado intentando esconder, sin éxito, durante la hora y media anterior.