Cuando me enteré del entonces futuro lanzamiento de Los viajes de Gulliver, y vi el reparto, pensé que tendría coñas divertidas y que, al menos, sonreiría. Pues nada. No puedo sonreír porque tengo la boca ocupada vomitando.

Rob Letterman había dirigido hasta ahora dos películas de animación: El espantatiburones y Monstruos contra alienígenas, y ambas me resultaron divertidas. En las dos había dirigido junto a más gente. Visto esto, supongo que el talento lo tenían los otros, porque el tipo hace un desastre descomunal tras las cámaras. Vale que el guión es flojo, superficial, forzado y lleno de clichés, pero es que el tal Letterman se empeña en meter escenas absurdas. No soy nada exigente con las películas de risa, y no valoro fotografía, sonido o banda sonora, ya que entiendo que su fin es hacer reír. Sin embargo, cuando te encuentras con esto, intentas buscar algo que compense el terremoto que es la película... pero aquí tampoco lo encuentras. Los efectos especiales son espantosos, salvando el momento 'Transformers' que tiene cierta gracia y el número musical es patético, metido solo para aprovechar a su protagonista... un poco más.

Voy a descubrir el mundo: Jack Black no es Marlon Brando. Pero bueno, él hace comedia, y para eso tiene aptitudes (siempre y cuando te guste ese tipo de humor). Aquí está bien, pero su estereotipado y patético (no patéticamente gracioso, sino patético a secas) personaje se carga toda posibilidad de provocar la mínima carcajada. Jason Segel me encanta. Lo considero uno de los mejores cómicos de la actualidad, y en Los viajes de Gulliver sigue demostrándome que lo es. El problema, una vez más, es que está enjaulado. Amanda Peet es experta en papeles secundarios, y se mueve bien en ese campo. Es de lo mejorcito gracias a que su personaje no tiene tiempo para caer en el ridículo. El mejor, sin duda, es Chris O'Dowd. La producción de la película falla a tantos niveles que, siendo su personaje ese tipo al que "hay que odiar", acaba convirtiéndose en el único decente y con gracia.

Resumiendo, que es gerundio: a los niños les encantará, ya que no buscan respuestas ni reir con frases. Igual alguien más se siente satisfecho, aunque me costaría entenderlo. Sin las actuaciones de un reparto bueno (el mejor de la producción fue el director de casting), Los viajes de Gulliver sería una de las peores películas jamás proyectadas en las salas de cine.