Los Minions es una de las películas más esperadas de 2015 tanto por los niños como por los no tan niños. Un spin-off a modo de precuela de unos de los personajes más divertidos que ha dado el cine en muchos años.

Pierre Coffin, quien ya dirigiera (junto a Chris Renaud) las dos películas de Gru, está acompañado en esta ocasión por Kyle Balda (que trabajó también con Renaud en Lorax), director de algunos cortometrajes que tenían a los minions como protagonistas. El guion corre a cargo de Brian Lynch y nos presenta a estos curiosos personajes desde sus inicios, pasando por multitud de populares villanos en la que es una de las mejores (y más largas) intros del cine en estos últimos tiempos. Coffin y Balda manejan de lujo la historia y hacen del humor de golpe y porrazo su bandera, manteniendo la esencia de los minions y haciendo que cada slapstick funcione igual o mejor que el anterior. Obviamente, no es lo mismo dejar una buena cantidad de gags durante una película con una historia propia, como pasa en las dos entregas que llevamos de Gru, que hacer el esfuerzo de convertir el gag en historia, que es lo que hay que hacer sí o sí en Los Minions, pero hay que decir que el ritmo se mantiene sólido y estable durante la hora y media que dura la película. Los chistes funcionan, los secundarios tienen gancho, los guiños a la sociedad están bien colocados y los minions explotan bien cada una de sus virtudes. Coffin y Balda completan con éxito una tarea nada sencilla.

Resumiendo: Los Minions no defrauda y se convierte en un clásico instantáneo. Puede estar ligeramente por debajo de las dos películas de Gru, si entramos en comparaciones, pero es innegable que el encanto y la magia de estos pequeños seres amarillos burlones amantes de las bananas sí que da, por si alguien lo dudaba, para que tengan su propia película.