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Voto de Argoderse:
8
Drama Describe tres días en la vida de la motivadora de fitness Sylwia Zając, una celebridad en las redes sociales con cientos de miles de followers. Aunque tiene tantos seguidores, está rodeada de empleados fieles y es admirada por sus conocidos, ella busca una intimidad verdadera. (FILMAFFINITY)
21 de mayo de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Internet es una cosa y su contraria. Podría remediar la soledad de muchos, pero resulta que la ha multiplicado", decía en el año 2013 el semiólogo y escritor italiano, Umberto Eco. El tiempo le ha dado la razón, con esta gran paradoja que producen las redes sociales, de dar la posibilidad de estar en contacto con millones de personas y a la vez provocar un vacío existencial.

El mundo virtual, en definitiva, se ha construido para escapar de las miserias de la realidad. Un autoengaño, que lleva a dar más poder al ego en detrimento de la esencia del ser humano. Esa huida hacia delante está construida desde la mentira, que como se sabe, tiene las patas muy cortas. Es como una droga. Adictos a las redes, que una vez apagadas, provocan la caída que produce esa emoción de la que hablaba Umberto Eco.

Sobre esta tesis trabaja el cineasta sueco, Magnus von Horn, en su segundo largometraje: Sweat, triunfadora en Chicago y en la sección oficial de Cannes en un 2020 que finalmente no pudo inaugurar. Una lástima porque tenía muchos posibles.

En definitiva, Sweat habla de eso: de aceptar el mundo tal y como te rodea, ser consciente de que si en redes sociales eres capaz de crear a tu antojo, por qué no hacer lo mismo en la vida real, que es donde realmente suceden las cosas más maravillosas. En la mano de cada uno está hacerlo de forma armoniosa o traumática.

Y es cierto que Magnus von Horn tira más por este último lado, el del dolor. Es normal. No en vano, el ser humano aún sigue empeñado en eso de sufrir y padecer, rendido al ego, y hasta que no acepte que se ha olvidado de quién es no podrá trascenderlo. Camino inteligente el del sueco, dirigiéndose a un espectador que tiene a ser altivo, y que viene a decirte. "¡Eh, tú. Espabila! Como sigas por esa falsedad y esa soberbia ya sabes lo que te espera".

Ahora bien, no sé si el gran público entenderá la postura del escandinavo. Es una película que como entres de lleno, te encantará. Pero si te quedas a medio camino...Ahí seguirás atrapado en ese sin sabor virtual. Porque realmente: ¿quién no ha experimentado esa desazón de la protagonista? -por cierto, excelente Magdalena Kolesnik-.

De modo que como en una sesión de fitness, Sweat te lleva a la extenuación, a sudar la gota gorda. Tiene momentos de muchísima tensión dramática, de ponerte el corazón a mil, y de repente encogerte en esa soledad melancólica. No son sinónimos, que conste, pues una soledad consciente y elegida puede ser señal de gozo.

A lo que voy, esa añoranza casi enfermiza de la protagonista, por una realidad distinta, es contagiosa. Pero también sus ganas de esperanza y liberación. Yo, personalmente, me quedo con esa mujer que es verdad, que es amor y no es el ego al servicio de Internet.

Vale que los primeros planos son el mejor recurso para transmitir todo esto, para fusionarte casi con Kolesnik. Pero si abusar de las redes sociales es altamente nocivo, también lo es extralimitarse en ese uso repetitivo de la cámara. Te juegas perder al público, que en definitiva es a quien quieres llegar.

Dicho lo cual, no sé si está esta era la intención de Magnus von Horn, pero es lo que a mi me ha entrado y sacudido. Eso sí, una película tan europea, tan real como decía, juega con desventaja en un mundo egoico. Pero nunca es tarde para despertar.

Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Argoderse
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