Que Dustin Hoffman es uno de los mejores actores vivos que queda en Hollywood es un hecho. Una simple aparición suya en pantalla capta nuestra atención inmediatamente a expensas de lo que pueda pasar. Y si, además, comparte planos -pocos desgraciadamente- con otra descomunal actriz como Kathy Bates, la película en cuestión ya merece la pena. Aunque el filme peque de falta de originalidad y momentos de cursilería fácil.

El coro es, pues, un drama sencillo sobre primeras y segundas oportunidades con la música como excusa. Una película que muestra también el conflicto social entre la clase acomodada a la que pertenecen la mayoría de niños de la escuela de música y la humilde y desgraciada a la que nunca parece sonreirle la vida.

Verdaderamente la película funciona a pesar de escasear la originalidad y de mostrar una evolución más que evidente del joven protagonista -auguro un futuro guaperas para quinceañeras-. Y lo hace por su inocente narración que no engaña desde la primera secuencia y esa moraleja muy trillada en la industria del aprendiz que quiere superar a su maestro.

Con una trayectoria como la de Dustin Hoffman, este es sin duda uno de sus papeles menores. Pero aún así le basta con unas cuantas escenas para que el resto del reparto pueda brillar en torno a su luz. Y aquí una sorpresa agradable que emerge entre el profesorado: Kevin McHale, joven actor que sobresale entre las dos enormes figuras y supera con creces la labor de los pequeños protagonistas, que no transmiten y en muchas ocasiones causan rechazo.

Así se construye una película correcta en su ejecución y de fácil digestión. Un trabajo que pertenece a ese tipo de género recomendable par después de comer, facilita la digestión y, aunque solo sea por ver a Dustin Hoffman una vez más -y que sean muchas-, merece la pena darle una oportunidad en la butaca o frente al televisor.

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