Hace poco aparecieron unos escritos de Einstein sobre la felicidad. Uno de ellos decía: "una vida sencilla y tranquila aporta más alegría que la búsqueda del éxito en un desasosiego constante". Y esa es la filosofía que aporta esta película. "No quiero sólo caminar. Quiero ser feliz", dice la protagonista, y ésta parece ser la metáfora que guía a esta obra. Una comida frugal, agua y un poco de cariño. Sólo eso necesita el ser humano para ser feliz. Pero claro, esto debe plantearse en un mundo distópico ya que las sociedades actuales, lejos de la frugalidad, nos embarcan en un consumismo absurdo y alocado que nos aleja cada vez más de la felicidad. Si usted es de esos que se entrega a la vorágine de las luces de colores, que goza con el vértigo y cree que el mundo es un lugar donde para ser feliz hay que tener poder y dinero, no la vea. Se va a aburrir. En cambio si usted ya está de vuelta de esas cosas, si usted ya sabe que el poder y el dinero es para los idiotas, véala. Disfrutará de una hora y media de felicidad y tranquilidad, sin balazos, sin choques de autos, sin espías, sin sangre, sin racismo, sin asaltos a bancos y sin psicópatas.