Policíaco algo irregular protagonizado por Charles Bronson, de nuevo dirigido por Lee Thompson para la Cannon Films. Otra vez nos topamos con una historia que tiene cierto grado de sordidez, lo cual me hace bastante gracia dado el perfil conservador del personaje protagonista.

Resulta interesante mostrar como en ambos lados del planeta existen ciertas costumbres y tabúes que, en el fondo, no nos hacen tan distintos. Lo que me chirría un tanto es el retrato tan explícito en lo negativo que se hace sobre los japoneses. Es cierto que todos hemos oído esas historias de tocamientos en los vagones del metro, o de la aparente sumisión de las mujeres de dicho país para con sus maridos y los hombres en general. Pero no deja de ser chocante verlo en pantalla. Lo llamativo está en el aparente contraste respecto a Occidente, ya que aquí tenemos a un descendiente de irlandeses incapaz de aceptar el despertar sexual de su hija adolescente, mientras que son las mujeres occidentales las que muestran mayor vivacidad en estos aspectos respecto a las orientales.

Lastimosamente, pese a que estos contrastes resultan interesantes, la parte donde vamos conociendo al banquero japonés se hace algo insustanciales en su desarrollo. Además, cierto incidente de dicho personaje con alguien allegado a Bronson apenas da juego transcurrido gran parte del filme. Tampoco me termina de convencer cómo se reflejan situaciones relacionadas con temas gravísimos, tales como la trata de blancas o la prostitución infantil.

Independientemente de eso, las escenas con Bronson siempre tienen su miga. No es una película de acción, pero tiene una parte final bastante entretenida y la mala leche de su personaje siempre ayuda a mantener cierto interés por la cinta, que afortunadamente no se hace pesada en ningún momento pese a que, como he dicho anteriormente, las escenas del japonés no me interesan prácticamente nada.