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España España · Madrid
Voto de Naran:
10
Cine negro. Intriga. Drama Los Ángeles, 1937. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa de Mulwray, el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad, que sospecha que su marido la engaña. Al mismo tiempo, Gittes descubre que los agricultores acusan a Mulwray de corrupción por su negativa a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren. Poco después, el escándalo salta a la prensa, pero la cosa se complica cuando una mujer ... [+]
14 de enero de 2008
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Angeles, 1937. El detective Gittes, especializado en divorcios, recibe la visita de la esposa de Mulwray, el jefe del Servicio de Aguas de la ciudad. Ella cree que él la engaña, pero además Gittes descubre que a Mulwray los agricultores le acusan de corrupción por negarse a construir un pantano que paliaría la sequía que sufren. Poco después, el escándalo salta a la prensa, pero la cosa se complica cuando una mujer se presenta en el despacho de Gittes con una sorprendente revelación.
Chinatown. Volvemos a los años 30, a la época de Sam Spade y Philip Marlowe, cuando la sociedad norteamericana salía de la Gran Depresión y se hacían negocios fabulosos, a espaldas de las leyes y la moral. Volvemos a la auténtica esencia del cine negro, ese subgénero del policiaco que se desarrollaba en medio de barrios siniestros envenenados de traición, miedo y ambición.
En los 70, cuando el cine negro parecía de otra época, aparece Roman Polanski, y junto a uno de los mejores guiones de la historia del cine –obra de Robert Towne-, lo reinventa. Ambientada en Los Ángeles en los años 30, la ambientación de la cinta es estupenda. Una historia de detectives y corrupción que, aparentemente sencilla, va in crescendo y no defrauda en absoluto. Y es que no es fácil encontrarse historias de semejante complejidad tan bien contadas. Polanski y Towne hacen su retrato desde la visión de la víctima que ve cómo el mundo le pasa impunemente por encima, casi con detenimiento en el detalle sórdido que marca camino: para el recuerdo, la escena en la que Gittes mete las narices en asuntos ajenos...

-¿Qué le pasa en la nariz, amigo, para tener que llevarla escayolada?.
- Nada.
- Pues debe dolerle mucho.
- Solo cuando respiro.

Polanski tuvo la suerte de contratar a unos magníficos actores, sin los que, probablemente, la película no habría sido la misma. Jack Nicholson –un actor que no me suele gustar demasiado- compone un Gittes fabuloso, pareja perfecta de una ambigua Faye Dunaway y contrapunto del todopoderoso John Huston. Mención especial para la música de Jerry Goldsmith, convertida en un clásico.
Un detective, un extraño caso, corrupción, odios, venganzas y una mujer fatal. Parecen puros estereotipos, pero no; son los ingredientes de esta medidísima y estupenda película de cine negro, al estilo de la vieja escuela, consecuencia de mucho, mucho talento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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