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9
7,6
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Romance. Comedia. Fantástico
Estados Unidos, Gran Depresión. Mientras Cecilia trabaja como camarera en Nueva Jersey, su marido se dedica a hacer el vago. Su única distracción es el cine, al que va una y otra vez para evadirse de la dura realidad y soñar con un mundo de champagne, trajes de noche y fiestas elegantes. Una noche, el protagonista de su película favorita, "La rosa púrpura de El Cairo", se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla. (FILMAFFINITY) [+]
1 de septiembre de 2009
115 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son los tiempos de la Depresión y Cecilia se desloma trabajando como camarera en Nueva Jersey mientras su marido se dedica a hacer el vago. Su única vía de escape es el cine, al que acude una y otra vez para refugiarse de la realidad y soñar con un mundo de champagne, smokings y fiestas elegantes. Una noche, uno de los personajes de su película favorita, La rosa púrpura de El Cairo, se fija en ella y atraviesa la pantalla para conocerla.
Disparatada, descabellada, imaginativa, que cuenta una pura curiosidad de carácter infantil, para mí es una de de las cimas de Woody Allen y muy recomendable para no iniciados en su cine. ¿Es por eso una obra menor? Para los críticos sesudos, con toda seguridad. Sin discutir sus motivos, para los que vivimos el cine como Cecilia, el encanto de La rosa púrpura de El Cairo la hace sobresalir del resto. Cargada de magia, es una gema de guión modélico, mil veces imitado.
Cecilia, una mujer gris, frustrada, maltratada por la vida y por su marido, y aficionada al cine, se involucra demasiado en las películas, pues se enamora del protagonista de una película, el héroe de ese filme de aventuras que se conoce de memoria. Y resulta que un día sale literalmente de la pantalla para esta con ella y vivir una inolvidable historia de amor. Y se ve pronto obligada a elegir entre el actor real y el personaje de ficción. No hay engaño; nuestro Tom, el verdadero -el personaje, por supuesto-, cree que la realidad y la fantasía pueden convivir, porque así es su naturaleza. A pesar de que necesite un guión en la vida de Cecilia para poder subsistir.
Y por eso somos como Cecilia, esperando a que algún día nuestras historias favoritas salgan de la pantalla para convertirse en realidad, y, mientras tanto, seguir soñando juntos.
El cine nos hace protagonizar milagros.
Disparatada, descabellada, imaginativa, que cuenta una pura curiosidad de carácter infantil, para mí es una de de las cimas de Woody Allen y muy recomendable para no iniciados en su cine. ¿Es por eso una obra menor? Para los críticos sesudos, con toda seguridad. Sin discutir sus motivos, para los que vivimos el cine como Cecilia, el encanto de La rosa púrpura de El Cairo la hace sobresalir del resto. Cargada de magia, es una gema de guión modélico, mil veces imitado.
Cecilia, una mujer gris, frustrada, maltratada por la vida y por su marido, y aficionada al cine, se involucra demasiado en las películas, pues se enamora del protagonista de una película, el héroe de ese filme de aventuras que se conoce de memoria. Y resulta que un día sale literalmente de la pantalla para esta con ella y vivir una inolvidable historia de amor. Y se ve pronto obligada a elegir entre el actor real y el personaje de ficción. No hay engaño; nuestro Tom, el verdadero -el personaje, por supuesto-, cree que la realidad y la fantasía pueden convivir, porque así es su naturaleza. A pesar de que necesite un guión en la vida de Cecilia para poder subsistir.
Y por eso somos como Cecilia, esperando a que algún día nuestras historias favoritas salgan de la pantalla para convertirse en realidad, y, mientras tanto, seguir soñando juntos.
El cine nos hace protagonizar milagros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Tom: De donde yo vengo, las personas nunca te desilusionan, son consecuentes, siempre puedes contar con ellas.
Cecilia: Así no encontrarás a nadie en la vida real.
Tom: A ti.
"El plano final, que no describiré para no matar la experiencia, habla precisamente sobre cómo el cine es la puerta de acceso a nuestras fantasías más privadas, una cuenta donde se depositan todos nuestros anhelos durante dos horas, luego de las cuales, no nos queda otra que volver a la realidad, ese lugar donde luego de los besos no hay fundido a negro y donde el amor puede ser algo sumamente doloroso, carente de un final feliz". (Bernardo Palau).
Cine, realidad, amor... agridulces.
Cecilia: Así no encontrarás a nadie en la vida real.
Tom: A ti.
"El plano final, que no describiré para no matar la experiencia, habla precisamente sobre cómo el cine es la puerta de acceso a nuestras fantasías más privadas, una cuenta donde se depositan todos nuestros anhelos durante dos horas, luego de las cuales, no nos queda otra que volver a la realidad, ese lugar donde luego de los besos no hay fundido a negro y donde el amor puede ser algo sumamente doloroso, carente de un final feliz". (Bernardo Palau).
Cine, realidad, amor... agridulces.