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España España · Madrid
Voto de Naran:
8
Drama Adaptación de un drama de Tennessee Williams. Un pastor protestante (Burton), expulsado de su iglesia, trabaja en México como guía turístico, dirigiendo excursiones formadas sobre todo por americanas maduras. En una de ellas es víctima de los intentos de seducción de una sensual jovencita, lo que le granjea la animadversión de las demás mujeres. Finalmente, el grupo llega a un hotel regentado por una vieja amiga suya (Ava Gardner). (FILMAFFINITY) [+]
30 de junio de 2011
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hombre y mujer. Amor y lujuria. Ruina y salvación. Una noche, todos se encuentran".

Una película con semejante frase promocional no puede ser contenida. En efecto, haciendo honor a la aclamada obra de Tennessee Williams, John Huston nos cuenta una historia de amor, sexo, celos y conflictos vitales. Mucho ruido, muchos sentimientos, mucha pasión, “La noche de la iguana llega a un nivel de exceso en el que es difícil respirar. Pero es una genialidad.

Un sacerdote retirado tras una crisis de fe, se dedica a hacer de guía turístico en México, acompañando a un grupo de profesoras. Entre ellas, viaja una sensual jovencita que muestra interés por seducirlo. La encargada del grupo despide al ex-pastor por su comportamiento, que se refugia en un hotel regentado por Maxine, antigua amante con la que mantiene una buena relación. Allí conocerá a Hannah, mujer rígida y anticuada que viaja con su abuelo. Las relaciones del guía con todas estas mujeres le marcarán para el futuro.

La noche de la iguana es un estudio de la mujer en sus diferentes etapas vitales, y de la perdición del hombre. También vale como comedia negra repleta de pasiones conflictivas, sin perder de vista el humor satírico con que el director retrata a sus personajes, todos de una riqueza inmensa. Y es que aquí la tortura existencial no se lleva por dentro.

"Un hombre acaba de experimentar demasiado con su saldo emocional. El mío se ha agotado". Lejos de su intención de enderezar su caótica existencia, nuestro atormentado protagonista se verá inmerso en problemas angustiosos, debatiéndose entre sus tentaciones frustradas y su deseo de paz. Una noche que muestra lo más oscuro de las almas, del contraste entre los anhelantes sueños y la agridulce realidad.

La película tiene dos puntos fuertes: su procedencia teatral, que aprovecha muy bien las localizaciones caribeñas para desplegar la pasión entretejida por diálogos geniales, y un reparto extraordinario. Richard Burton, la víctima de su propia existencia; Ava Gardner, madura, sensual, desenfadada propietaria del hotel donde se alojarán; Deborah Kerr, artista etérea; y Sue Lyon, malintencionada jovencita con ojos ardientes, que destila sexo por cada uno de sus poros.

Medida al detalle, cada elemento tiene su función. Ninguna escena, por absurda que sea, ningún personaje, por secundario que parezca, ni ningún diálogo, por artificial que resulte, están dejados al azar. Desde la comicidad hasta la poesía, La noche de la iguana es, en su imperfección, un retrato perfecto de la condición humana, del errático comportamiento humano y su propia perdición.
Naran
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