¿Qué tiene más delito: que escribas un libro, venga un guionista y un mal director y haga una adaptación miserable de tu novela o que seas tú mismo quien escriba un libro y lo destroces en la gran pantalla? ¿Qué es peor, más flagrante? Houllebecq, caricatura de sí mismo o de uno de los personajes de sus libros, rellena los peores 90 minutos de celuloide: desde la incongruencia al tedio, uso de un lenguaje cinematográfico tosco, con diálogos redundantes, momentos de verguenza ajena y unos efectos especiales de cuchufleta.
No merece la pena ni pagar entrada, ni alquilarla, ni bajársela ni verla cuando la echen en Antena 3.

p.d: Momento bizarro la conversación entre dos personajes en español escrita por Arrabal que no sé si pretende ser un guiño u homenaje a Buñuel, pero que se queda en aborto.