Un asesino está aterrorizando Los Angeles. La prensa le ha apodado como el "asesino del teclado". Tras cometer sus dos últimos crímenes, se refugia en un club nocturno en el que un adivino con poderes paranormales llamado Falsworth está efectuando su número de adivinación con el público allí presente. Dicho número consiste en tocar las manos u objetos personales de la gente para conocer cosas que ignoran hasta sus personas más allegadas. Cuando con los ojos vendados, llega el momento de tocar al asesino, la visión que le viene a la cabeza del mago resulta espantosa.

Un episodio con una cierta medida de intriga (por fin después de seis que llevamos) que resulta efectivo a la par que entretenido. Cuenta con un inicio magnífico (impresionante el juego de luces rosa para ella, azul para él) y a medida que pasan los minutos, la cosa se pone más interesante e intrigante gracias a que la cámara sigue al asesino sin mostrar nunca su rostro. Puede que el episodio baje un poco el listón por la parte final, pero el duelo interpretativo, las sorpresas en la trama y hasta un socorrido golpe de humor al acabar hacen que se lleve el aprobado.