“Dos personas pueden percibir un evento determinado de manera diferente“.

La serie empieza con Betty y Dan comenzando su historia como dos jóvenes enamorados, llenos de alegría e ilusiones. Pero todos sabemos que la felicidad cuesta y, que no siempre está ahí. Que el amor puede irse y que hay que ser fuerte para superar los obstáculos que se nos antepongan. Y aunque esto es muy fácil decirlo, en la vida real es muy difícil aplicarlo, a veces imposible. Ésta es la historia de Betty Broderick y de cómo la ruptura, el sufrimiento y la impotencia de perder el control puede llevarnos a limites inimaginables.

Betty es una mujer que se nos presenta como familiar, inteligente y alegre, con muchos talentos y con una vida llena de posibilidades. Pero a medida que los capítulos avanzan, y vemos como su matrimonio se desmorona, ella también lo hace. Se muestra el constante declive de su personaje gracias a ese dolor que puede destruirnos por dentro y por fuera. Asimismo, este proceso de “destrucción” nos enseña que realmente no somos conscientes de hasta qué punto nuestras decisiones o actos tienen un brutal impacto en la vida de la gente que nos rodea.

Mis mayores respetos a Amanda Peet. Creo que borda el personaje de Betty, destacando sobre todo por su enorme capacidad para cubrir cualquier rango de emociones, desde el amor, el odio, la histeria, la tristeza, la alegría, el shock, la depresión, la furia...

En cuánto a la puesta en escena creo que está muy trabajada y consigue darle a esta temporada un ambiente más crudo y real, haciendo que te absorba y te llegue la historia de una manera más directa.

Me ha gustado mucho esta temporada, pero también creo que, aunque está basada en hechos reales, hay momentos en los que la sientes un poco “cíclica”. Aún así, engancha y, además junto con el guión y las actuaciones resulta muy novedosa de ver.