La moraleja es la misma: apego a lo material. Si bien no hay ninguna escena como el baile de la historia anterior, o una animación tan llamativa como la primera, este corto finaliza un experimento, que para mí ha funcionado bastante bien, si no entiendes por qué digo lo de experimento, te recomiendo leer mi crítica hacía la cinta en sí.
Este (y los otros) es un poco raro, porque prácticamente de la nada la casa es un barco. No sé si soy el único que cuando vio esto pensó: Vale, la casa es un puto barco... lo normal de todos los días. Luego entendí que ese era el mensaje, dejó aparte lo material, para encontrar un verdadero hogar, ya que como menciono en la crítica al primer corto, la canción de los créditos: Una casa son un montón de ladrillos juntos, pero un hogar, es aquel que se alimenta con amor, dejando en claro que Rosa muy en el fondo sabía que esa casa no era un hogar, y que quizás, únicamente quizás, era por eso que no tenía huéspedes.