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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
10
Drama Adaptación de un drama de Tennessee Williams. Un pastor protestante (Burton), expulsado de su iglesia, trabaja en México como guía turístico, dirigiendo excursiones formadas sobre todo por americanas maduras. En una de ellas es víctima de los intentos de seducción de una sensual jovencita, lo que le granjea la animadversión de las demás mujeres. Finalmente, el grupo llega a un hotel regentado por una vieja amiga suya (Ava Gardner). (FILMAFFINITY) [+]
22 de abril de 2010
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La oratoria atea de Burton desde el púlpito hacia esos feligreses que han dado la espalda a Dios por contaminar los mares arranca con un presagio que aseguro, dará paso a una bellísima historia que arrasa los tabúes moralmente intocables de una América puritana, sin embargo en ciernes de abrirse a la contracultura.

La crisis de fe que Burton arrastra hace de él un personaje huraño, controvertido, alcoholizado ante los sinsentidos que el mundo le devuelve. Por eso se debate entre conducir su vida hacia el plano de lo real o hacia el apogeo inconformista que sufre. A tal punto llega su desazón que la única esperanza con la que cuenta para recuperar su fe es la de echarse a nado hasta China. No cree en Dios porque no cree en su criatura más imperfecta: el ser humano.

Los demonios que acechan a los personajes (Burton y Gardner) no son apaciguados ni por el Dios creador, ni por el ron de Puerto Vallarta. Tampoco por los nativos que bailan bajo la luna con Ava, en un ritual de apareamiento a tres bandas.

Un hermoso poema de un anciano enamorado del mar que le dio la vida, acaba por espantar los miedos de los dos personajes principales. Luego aparece Deborah, personificada en una mujer optimista que de todo su vagabundeo por un mundo patético, extrae la sabiduría y templanza con la que relativizar esas luchas internas que atormentan a los humanos. Ella lo sabe: “sufrís el pánico, porque os gusta regocijaros en él”.

Película rompedora: la figura que representa la mayor cota de rectitud (en el peor sentido de la palabra) es la de esa profesora histérica que deja escapar su frustrada condición sexual. Pero ahí está Deborah... Con todo y sus sabias palabras no hace sino dar lecciones desacreditando esas moralinas, como toda la farsa que enlata a los seres humanos: estúpidas criaturas de un Dios que renuncia a auxiliarlos exorcizándolos de los temores que les atormentan. Que atormentan a todos excepto a la propia Deborah y a su entrañable abuelo, un compositor de poemas que surten el efecto de hermosas plegarias, para Ava y para Burton.

Soberbio él. Gadner se sale: su arrollador carácter, su cinismo y sus desaires a la constreñida época entran en contradicción con sus miedos (infundados) a perder: la belleza que como mujer deseada se marchita. Pero esa es sólo una excusa. Su mayor miedo es perder al hombre que ama.

Obra celestial de Huston.
Valkiria
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