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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Drama El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
14 de julio de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Tom Hooper sobre guión original de David Seidler, que tuvo tartamudez de pequeño y la superó en la juventud. Se trata de un relato que cuenta una historia sencilla, pequeña e íntima, de superación personal y amistad, disponiendo de un presupuesto modesto, de 15 millones de USD.

Destaca, sobre todo, el notable trabajo interpretativo de los tres protagonistas: el rey Jorge VI (Firth), su esposa Elizabeth (Carter) y el logopeda Lionel Logue (Rush). Los tres entregan unas interpretaciones ricas en registros, de gratificante profundidad psicológica y de una expresividad que transmite al espectador información precisa sobre el mundo interior de los personajes, sus miedos, angustias, temores, deseos e inseguridades. Dotadas de un cierto aire teatral muy británico, aportan al film uno de sus principales valores y, posiblemente, el más destacado motivo de goce y deleite del espectador.

Constituye uno de los principales aciertos de la obra la representación creíble y ajustada de la dimensión humana de los personajes. Situados frente a sus retos personales y a sus limitaciones, los protagonistas llenan la pantalla de sentido humano, hecho de capacidades, limitaciones, sentimientos y emociones. La gestualidad, siempre contenida, aporta trascendencia y profundidad. Los decorados añaden referencias concretas e inteligibles sobre el mundo interior de los personajes, que el guión construye con una acertada y brillante riqueza de tonos y colores. Las palabras de los diálogos potencian el significado de las interpretaciones, los decorados, la gestualidad y los sonidos, que el film trata con atención, énfasis y mesura.

La banda sonora es excelente. Las composiciones para piano solo y para piano acompañado de cuerdas, de Alexandre Desplat, crean atmósferas que en ocasiones destilan una tristeza inmensa, como la que acompaña más de una vez a Bertie y, en otras, describe y elogia la amistad que se establece entre los protagonistas. También el piano desvela la gran ternura y los sentimientos de afecto de Elizabeth hacia su marido. Se añaden dos fragmentos de música de Beethoven que elevan y singularizan dos secuencias memorables: la del discurso (Sinfonía nº 7) y la de cierre sobre los créditos finales (Concierto nº 5).

Mención especial merece el tratamiento eminentemente visual con el que Hopper resuelve la secuencia del discurso. Lo hace con abundancia de primeros planos, movimientos envolventes de la cámara, tomas alternas del rey y del terapeuta y el acompañamiento de una banda sonora espléndida, que convierte el discurso en un prodigio de sencillez y emoción.
Miquel
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