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Voto de Miquel:
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Drama
La condesa de Albornoz es una mujer bella y rica a la que no le importa lo que piensen los demás. Sus amigas la odian por los numerosos escándalos que ha protagonizado; de hecho la condesa tiene amores adúlteros, se aprovecha del apellido de su marido y tiene a su hijo Paquito olvidado en un internado, donde se siente el niño más infeliz del mundo. Pero, pronto, su desenfrenada forma de vivir le pasará factura y, poco a poco, la buena ... [+]
18 de febrero de 2010
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Superproducción realizada por Juan de Orduña (1900-74) en un momento de gran actividad creativa. El guión, de Vicente Escrivá, Ángel Jordán, Vicente Coello y Juan de Orduña, desarrolla un argumento basado en la novela “Pequeñeces” (1891), del jesuita P. Luis Coloma (1851-1915). Se rueda en escenarios reales (Teatro Real) y en platós de los Estudios Sevilla Films (Madrid), con un presupuesto de 4 M PTA: 400.000 se destinan a 19 vestidos de seda natural para la protagonista y más de 100.000 a la construcción de los decorados de vestíbulos, salones y calles de Madrid, como la de Alabarderos, próxima a la Plaza Mayor. Obtiene el tercer premio del Sindicato Nacional del Espectáculo y el premio Fotogramas al mejor actor español (Tordesillas). El film es producido por la Compañía Industrial Film Español (CIFESA) y se estrena el 11-III-1950 (Cine Rialto, Madrid).
La acción dramática tiene lugar en Madrid y París entre finales de 1872 y enero de 1874, a lo largo de unos 15 meses. Más concretamente, la acción se desarrolla entre el comienzo de la tercera y última legislatura del reinado de Amadeo de Saboya, su abdicación (11-II-1873), la proclamación de la I República y la caída de la misma a raíz del golpe de estado del general Pavía (3-I-1874). Curra Albornoz (Bautista) está casada con Fernando Luján (Vázquez) y son padres de un hijo de 13 años al que llaman Paquito (Larrañaga). Ella es joven, hermosa, atractiva, licenciosa, frívola y apasionada. No le importa lo que la gente piensa y le gusta desafiar a la opinión pública no ocultando sus devaneos y amores extramatrimoniales. Es condesa titular de Albornoz y dispone de una posición propia acomodada. El marido, corto de luces y débil de carácter, es manejado por ella a capricho. El niño, inteligente y aplicado, estudia en un internado religioso de las afueras de Madrid.
El film suma drama de época, melodrama, comedia, estudio de costumbres e historia. Presenta una descripción detallada y cálida de la personalidad de la protagonista, una mujer de espíritu libre, ajena a las convenciones sociales, independiente, desenvuelta y hábil, que enamora a los hombres y los maneja a voluntad. Representa el contrapunto de la mujer virtuosa, sacrificada, dedicada a las labores de la casa y al cuidado de los hijos, propuesta como modelo oficial. Es una persona con iniciativa, de potente sexualidad, dada a vestir con elegancia y lujo. No presta atención a las cosas de la casa y se preocupa poco del hijo. El contraste que se produce entre el comportamiento de Curra y el comportamiento común de la aristocracia brinda la ocasión de componer lances de irónicos y burlescos dirigidos contra la aristocracia. Presta especial atención a su charlatanería, ociosidad, hipocresía, mediocridad, torpeza y necedad.
La acción dramática tiene lugar en Madrid y París entre finales de 1872 y enero de 1874, a lo largo de unos 15 meses. Más concretamente, la acción se desarrolla entre el comienzo de la tercera y última legislatura del reinado de Amadeo de Saboya, su abdicación (11-II-1873), la proclamación de la I República y la caída de la misma a raíz del golpe de estado del general Pavía (3-I-1874). Curra Albornoz (Bautista) está casada con Fernando Luján (Vázquez) y son padres de un hijo de 13 años al que llaman Paquito (Larrañaga). Ella es joven, hermosa, atractiva, licenciosa, frívola y apasionada. No le importa lo que la gente piensa y le gusta desafiar a la opinión pública no ocultando sus devaneos y amores extramatrimoniales. Es condesa titular de Albornoz y dispone de una posición propia acomodada. El marido, corto de luces y débil de carácter, es manejado por ella a capricho. El niño, inteligente y aplicado, estudia en un internado religioso de las afueras de Madrid.
El film suma drama de época, melodrama, comedia, estudio de costumbres e historia. Presenta una descripción detallada y cálida de la personalidad de la protagonista, una mujer de espíritu libre, ajena a las convenciones sociales, independiente, desenvuelta y hábil, que enamora a los hombres y los maneja a voluntad. Representa el contrapunto de la mujer virtuosa, sacrificada, dedicada a las labores de la casa y al cuidado de los hijos, propuesta como modelo oficial. Es una persona con iniciativa, de potente sexualidad, dada a vestir con elegancia y lujo. No presta atención a las cosas de la casa y se preocupa poco del hijo. El contraste que se produce entre el comportamiento de Curra y el comportamiento común de la aristocracia brinda la ocasión de componer lances de irónicos y burlescos dirigidos contra la aristocracia. Presta especial atención a su charlatanería, ociosidad, hipocresía, mediocridad, torpeza y necedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La cinta suma numerosos episodios, que le otorgan diversidad y capacidad de entretenimiento. Se suceden duelos, adulterios, deslealtades, traiciones, engaños, conspiraciones, manifestaciones callejeras, reuniones sociales, huidas a Paris (el lugar donde se conspira mejor), destituciones y proclamaciones. Los tiempos son agitados, el país vive abocado a la pobreza, los políticos se hallan enzarzados en discusiones interminables y los gobiernos brillan por su ineficacia e incompetencia. La figura de Martínez, ministro de la Gobernación (Espantaleón), miembro del último gabinete de Amadeo I, compone la figura emblemática (humorística y patética) de los despropósitos y la ineficacia gubernamental.
Cautiva de su tiempo, la cinta contiene elementos de apoyo, discreto pero claro, a los temas que preocupan a las autoridades del momento: condena de las presiones exteriores a favor de la democracia (pancarta “España para los españoles” de la manifestación obrera), justificación de las actitudes xenófobas contra los intereses extranjeros enemigos del país (pancarta “Fuera los extranjeros”) y elogio del dictador (“Viva nuestro soberano”). El fondo historicista, como en otros films de la época y del autor, sirve para exaltar valores gratos a la dictadura, como el triunfo de lo español encarnado en la figura del pretendiente Alfonso de Borbón, derrota de lo extranjero simbolizado por Amadeo de Saboya y soflamas antidemocráticas (identificación de la I República con los desórdenes públicos y el desgobierno). El film muestra la fuerza omnipresente del nacional catolicismo (el preceptor P. Cifuentes, el Obispo, la invitación del Coadjutor a la confesión, etc.).
La interpretación de Aurora Bautista, en un registro melodramático, resulta creíble y convincente. Le da réplica Jorge Mistral, al que la desenvoltura y gracia de Bautista le deja un espacio corto para el lucimiento. Como artista invitada, Sara Montiel tiene una intervención breve pero brillante en el papel de Monique, prostituta de lujo francesa. El conjunto coral de actores y actrices de reparto trabaja con acierto y eficacia. Hacia el final, la obra se sumerge en la exageración, la artificiosidad y la estridencia.
Son escenas destacadas la visita de Curra y su amiga a Monique, la manifestación obrera por las calles de Madrid, la fiesta de homenaje de la aristocracia borbónica a Curra, el duelo, el encuentro de Curra y Jacobo en la calle Alabarderos, etc.
La banda sonora, de Juan Quintero (“Agustina de Aragón”, Orduña, 1950), ofrece una partitura dramática y trágica con toques jocosos y burlones en los pasajes de humor. Destacan los temas “Fernando” y “Currita”. Añade un pasaje de la “Marcha de Amadeo” y valses de repertorio. La fotografía, de Theodore J. Pahle (“Agustina de Aragón”) crea imágenes de luces contrastadas, hace uso de negros densos, proyecta grandes sombras expresionistas y muestra máscaras y disfraces que evocan la proximidad del castigo o la muerte.
Cautiva de su tiempo, la cinta contiene elementos de apoyo, discreto pero claro, a los temas que preocupan a las autoridades del momento: condena de las presiones exteriores a favor de la democracia (pancarta “España para los españoles” de la manifestación obrera), justificación de las actitudes xenófobas contra los intereses extranjeros enemigos del país (pancarta “Fuera los extranjeros”) y elogio del dictador (“Viva nuestro soberano”). El fondo historicista, como en otros films de la época y del autor, sirve para exaltar valores gratos a la dictadura, como el triunfo de lo español encarnado en la figura del pretendiente Alfonso de Borbón, derrota de lo extranjero simbolizado por Amadeo de Saboya y soflamas antidemocráticas (identificación de la I República con los desórdenes públicos y el desgobierno). El film muestra la fuerza omnipresente del nacional catolicismo (el preceptor P. Cifuentes, el Obispo, la invitación del Coadjutor a la confesión, etc.).
La interpretación de Aurora Bautista, en un registro melodramático, resulta creíble y convincente. Le da réplica Jorge Mistral, al que la desenvoltura y gracia de Bautista le deja un espacio corto para el lucimiento. Como artista invitada, Sara Montiel tiene una intervención breve pero brillante en el papel de Monique, prostituta de lujo francesa. El conjunto coral de actores y actrices de reparto trabaja con acierto y eficacia. Hacia el final, la obra se sumerge en la exageración, la artificiosidad y la estridencia.
Son escenas destacadas la visita de Curra y su amiga a Monique, la manifestación obrera por las calles de Madrid, la fiesta de homenaje de la aristocracia borbónica a Curra, el duelo, el encuentro de Curra y Jacobo en la calle Alabarderos, etc.
La banda sonora, de Juan Quintero (“Agustina de Aragón”, Orduña, 1950), ofrece una partitura dramática y trágica con toques jocosos y burlones en los pasajes de humor. Destacan los temas “Fernando” y “Currita”. Añade un pasaje de la “Marcha de Amadeo” y valses de repertorio. La fotografía, de Theodore J. Pahle (“Agustina de Aragón”) crea imágenes de luces contrastadas, hace uso de negros densos, proyecta grandes sombras expresionistas y muestra máscaras y disfraces que evocan la proximidad del castigo o la muerte.