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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
6
Aventuras Atila y sus guerreros arrasan el norte de Europa, reduciendo a todo el que se atreva a oponerse a ellos. Sólo la proverbial entereza del Papa Leo I convencerá a Atila de abandonar su devastador saqueo de la Península italiana... (FILMAFFINITY)
19 de enero de 2008
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por Pietro Francisci ("Hércules", 1958). El guión de Ennio De Concini, Richard C. Sarafian y Primo Zeglio, se basa en referencias históricas. Se rueda en exteriores y en estudio. Producido por Dino de Laurentis y Carlo Ponti, se estrena el 27-XII-1954 (Italia).

La acción tiene lugar entre los años 445 y 452. Rua, rey de los hunos, al morir (434) deja el reino a sus sobrinos Bleda y Atila, hijos de Mundzuk, que comparten el gobierno hasta la muerte (445) de Bleda. Atila es recordado por su belicosidad y crueldad.

El film suma los géneros de drama, histórico y peplum. Los productores aportan un equipo profesional cualificado, con Aldo Tonti y Giuseppe Rotunno en la fotografía, Ennio de Concini en el guión, Leo Cottozzo en el montaje y un plantel de actores y actrices liderado por la entonces poco conocida Sophia Loren. Atila se presenta como un ser humano complejo en el que caben los sentimientos de afecto, amor y ternura. Como rey cree que la estrategia militar de su imprerio ha de basarse en la guera y no en el diálogo y el pacto. Como jefe militar cree que la guerra no admite componendas con la piedad y la compasión. Por lo demás, la película atribuye a Atila la responsabilidad de sus estretegias, excluyendo de la misma a Bleda y al pueblo huno. La cultura del pacto había proporcionado a los hunos tratados muy favorables tanto con el Imperio Romano de Oriente como con el de Occidente, ambos tributarios de los hunos.

La narración se ajusta a las referencias históricas disponibles, las complementa con hipótesis razonables y opta claramente por un tratamiento realista, en ocasiones hiperrealista, que acentúa el verismo aún a costa de mostrar la textura de cartón-pedra en la que se apoya. No hay lugar para el surrealismo, la magia, la fantasía y las fuerzas ocultas o del más allá. El relato no está exento de solemnidad y de cierta grandilocuencia, posiblemente como consecuencia de la tajante seriedad, tal vez excesiva, que se impone el director. Sólo en algunas secuencias puntuales se hace presente la maldad: muerte en cruz de un religioso, asesinato de Bleda. Otras escenas, también puntuales, evocan el sentido trágico: paseo de Atila a caballo con el hijo en brazos por el campo de batalla convertido en campo de desolación y la muerte de Gala Placidia en plena soledad. Es memorable el encuentro de Atila y el papa León I en las afueras de Roma.

La música, de Raoul Kraushaar y Enzo Masetti, acompaña la narración visual con apuntes descriptivos que refuerzan y amplían el sentido de la acción. Destaca el canto del aleluya que acompaña al encuentro de Atila y León I. La fotografía, de Riccardo Pallottini y otros, ofrece elegantes movimientos de cámara, "travellings" impresionantes (el inicial sobre el poblado destruido por los hunos) y lances de acción bien filmados y montados con habilidad. Correctas interpretaciones del americano Quinn, el francés Henri Vidal, la griega Irene Papas y el italiano Ettore Manni.
Miquel
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