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Voto de Miquel:
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Drama
Stella, una chica de familia humilde, se casa con el adinerado Steve. Al poco tiempo, tienen una hija y todo parece ir bien, pero las grandes diferencias de educación harán mella en su matrimonio. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por King Vidor (1894-1982), remake de otro anterior, mudo, del mismo título (Henry King, 1925). El guión, de Victor Heerman y Sarah Y. Mason, adapta la por entonces famosa novela “Stella Dallas” (1923), de Olive Higgins Prouty (1882-1974). La adaptación o dramatización corre a cargo de Harry Wagstaff Gribble y Gertrude Purcell, especialistas en temas románticos y melodramáticos. Los diálogos adicionales son de Joe Bigelow (no acreditado). Producido por Samuel Goldwyn para UA, se proyecta en sesión de preestreno el 5-VIII-1937 (NYC).
La acción dramática principal tiene lugar en Millhampton (Mass.) y NYC, a lo largo de unos 20 años (1917-37). La joven Stella Martin “Stell” Dallas (Stanwyck), de familia humilde, trabajadora manual en una empresa industrial del lugar, es ambiciosa, seductora e inteligente. Se casa con Stephen Dallas (Boles), neoyorquino de familia acomodada. Tienen una hija, Laurel “Lodie”, que concentra la atención y el afecto de la madre. Tras más de un año de trabajo como profesional independiente, Stephen decide reincorporarse a la empresa familiar, ubicada en NY, mientras Stella permanece en Millhampton.
El film suma drama y romance en forma de melodrama de tintes folletinescos, de acuerdo con el texto de la novela original. Pese al trabajo de los guionista y director en orden a dignificar el relato, atenuar aristas, contener la inverosimilitud de las situaciones y mejorar la construcción de los personajes y de la trama, la obra mantiene las características esenciales de la novela de base. El espectador que busca ilación lógica de las situaciones expuestas, fundamentos suficientes de la evolución de los hechos y de las razones personales, no puede dejar de sentirse decepcionado. El espectador poco exigente o benevolente, que acepte la fragilidad lógica del argumento y se deje llevar por los sentimientos desmelenados que se proponen, se sentirá posiblemente complacido. La obra va dirigida a un público popular ávido de situaciones de dramatismo desesperado al margen de la lógica y la racionalidad. Por lo demás, la obra ha envejecido notablemente al manejar prejuicios, concepciones y valores, que no sólo se han visto superados, sino que entran en colusión con los valores actuales de general aceptación. La obra, estrenada en las postrimerías de la Gran Depresión, obtuvo un notable éxito de público.
El film aporta dos focos de interés principales: la soberbia y compleja interpretación de Stanwyck, en el primer papel relevante de su carrera profesional , que le vale la primera de sus cuatro nominaciones al Oscar, y la descripción documental de las concepciones populares anacrónicas vigentes entonces sobre algunos aspectos del amor de madre, de la capacidad de sacrificio de ésta por los hijos y, sobre todo, de la confusión de la felicidad con la posesión de bienes y la relación con personas adineradas.
La acción dramática principal tiene lugar en Millhampton (Mass.) y NYC, a lo largo de unos 20 años (1917-37). La joven Stella Martin “Stell” Dallas (Stanwyck), de familia humilde, trabajadora manual en una empresa industrial del lugar, es ambiciosa, seductora e inteligente. Se casa con Stephen Dallas (Boles), neoyorquino de familia acomodada. Tienen una hija, Laurel “Lodie”, que concentra la atención y el afecto de la madre. Tras más de un año de trabajo como profesional independiente, Stephen decide reincorporarse a la empresa familiar, ubicada en NY, mientras Stella permanece en Millhampton.
El film suma drama y romance en forma de melodrama de tintes folletinescos, de acuerdo con el texto de la novela original. Pese al trabajo de los guionista y director en orden a dignificar el relato, atenuar aristas, contener la inverosimilitud de las situaciones y mejorar la construcción de los personajes y de la trama, la obra mantiene las características esenciales de la novela de base. El espectador que busca ilación lógica de las situaciones expuestas, fundamentos suficientes de la evolución de los hechos y de las razones personales, no puede dejar de sentirse decepcionado. El espectador poco exigente o benevolente, que acepte la fragilidad lógica del argumento y se deje llevar por los sentimientos desmelenados que se proponen, se sentirá posiblemente complacido. La obra va dirigida a un público popular ávido de situaciones de dramatismo desesperado al margen de la lógica y la racionalidad. Por lo demás, la obra ha envejecido notablemente al manejar prejuicios, concepciones y valores, que no sólo se han visto superados, sino que entran en colusión con los valores actuales de general aceptación. La obra, estrenada en las postrimerías de la Gran Depresión, obtuvo un notable éxito de público.
El film aporta dos focos de interés principales: la soberbia y compleja interpretación de Stanwyck, en el primer papel relevante de su carrera profesional , que le vale la primera de sus cuatro nominaciones al Oscar, y la descripción documental de las concepciones populares anacrónicas vigentes entonces sobre algunos aspectos del amor de madre, de la capacidad de sacrificio de ésta por los hijos y, sobre todo, de la confusión de la felicidad con la posesión de bienes y la relación con personas adineradas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por lo que respecta al reparto de papeles, destaca la versatilidad de Stanwyck, sacrificada y objeto de burla, y el aire básicamente contenido de su trabajo, no exento de algunas salidas de tono por exigencias de la producción. Destaca, también, el borrachín bonachón Ed Munn (Hale), centro de un humor triste y melancólico que se basa en la desmedida adicción al alcohol. Los caracteres, incluso el de Stella, se presentan esbozados con superficialidad. Se dividen, como corresponde a un folletín, en buenos (muy buenos) y malos (malísimos). Stella es la heroína y la protagonista absoluta del film. Los demás intérpretes se presentan dotados de cualidades irritantes, como es el caso del pasivo Stephen, la rígida e insincera Marion Morrison (O’Neil), segunda esposa de Stephen, la ofensiva incapacidad de discernimiento y la estúpida ingenuidad de la joven Laurel, etc. Son escenas memorables la de la Noche Buena, el primer encuentro de Stephen con Stella, la boda de la muchacha y la magnífica escena final.
La presencia y el trabajo de Stanwyck, la excelencia de la música y la acertada fotografía de ese gran profesional que es Maté (posteriormente realizador), una buena puesta en escena y el tono medio de carácter contenido y comedido del film, lo convierten en un trabajo meritorio, digno de ser visto por la fama que alcanzó en su momento, mantuvo en los años posteriores y conserva aún hoy, no sólo como curiosidad cinéfila singular.
La banda sonora, de Alfred Newman, se apoya en melodías y canciones de los años 10 y 20, como “Smile” (1917), “Saint Louis Blues” (1914), etc., y en temas tradicionales como la marcha nupcial de Mendelssohn. La fotografía, de Rudolph Maté (“Vampyr”, Dreyer, 1932), en B/N, compone un trabajo correcto, acertado en encuadres y preciso en movimientos de cámara, que resulta visualmente convincente y atractivo.
Bibliografía
R. Barton PALMER, “Stella Dallas”, ‘Las 1.001 películas que hay que ver antes de morir’ (Steven Jay Schneider, coordinación), pág. 141, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (sexta edición).
La presencia y el trabajo de Stanwyck, la excelencia de la música y la acertada fotografía de ese gran profesional que es Maté (posteriormente realizador), una buena puesta en escena y el tono medio de carácter contenido y comedido del film, lo convierten en un trabajo meritorio, digno de ser visto por la fama que alcanzó en su momento, mantuvo en los años posteriores y conserva aún hoy, no sólo como curiosidad cinéfila singular.
La banda sonora, de Alfred Newman, se apoya en melodías y canciones de los años 10 y 20, como “Smile” (1917), “Saint Louis Blues” (1914), etc., y en temas tradicionales como la marcha nupcial de Mendelssohn. La fotografía, de Rudolph Maté (“Vampyr”, Dreyer, 1932), en B/N, compone un trabajo correcto, acertado en encuadres y preciso en movimientos de cámara, que resulta visualmente convincente y atractivo.
Bibliografía
R. Barton PALMER, “Stella Dallas”, ‘Las 1.001 películas que hay que ver antes de morir’ (Steven Jay Schneider, coordinación), pág. 141, Grijalbo ed., Barcelona 2006 (sexta edición).