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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
6
Thriller Tras haber tenido que abandonar la Unión Soviética en 1929, Leon Trotsky acaba exiliado en México. Un agente de Stalin, Frank Jackson, es enviado al país americano con la misión de acabar con él. (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2006
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película independiente, dirigida por Joseph Losey ("El sirviente", 1963). Se rodó en Méjico y en los Estudios Dino de Laurentis (Italia). El productor fue Norman Priggen.

La acción se desarrolla entre el 1-V-1940 y el 20-VIII-1940, en la ciudad de Méjico, última residencia de Lev Davidovich Bronstein, más conocido como León Trotsky. Narra las últimas semanas de vida del líder soviético, protagonista junto a Lenin de la Revolución Rusa de 1917. Apartado del poder por Joseph Stalin y posteriormente desterrado del país, se asiló en Méjico tras un largo peregrinaje.

La película muestra al protagonista ocupado en tareas ínfimas, como el cuidado de conejos en jaula y de cactus en maceta, que complementa con el dictado a una grabadora o a un escribiente de artículos para la prensa internacional. Vive recluído en una finca con un pequeño jardín, custodiado por vigilantes que velan por su seguridad. Pese a ello, un grupo de oponentes penetra en la casa, la ametralla con furia y se retira sin haber causado heridas ni a él ni a su esposa Natasha. Redobla la guardia, mientras evoca sus días de gloria, las muertes del hijo y la hija y la masacre de sus seguidores en la URSS. Se lamenta de la soledad a la que le someten los suyos, los trotskystas, que quieren trotskysmo sin Trotsky. Le abruma cada vez más la obsesión de la muerte, que ve llegar de la mano de Stalin. Con todo, el asesino no será identificado como comunista, sino como un personaje oscuro, de varias identidades, de origen presuntamente belga, prófugo del Ejército, de pasaporte canadiense, ajeno a la política y que le profesa una inexplicable aversión patológica. La película pone de manifiesto el escaso interés de Losey por Trotsky, la ocultación deliberada del complot urdido por Stalin, la no identificación de Frank Jacson como el español Ramón Mercader, etc. La tensión dramática, inferior a la de otros films del realizador, se basa en la lenta e implacable aproximación de un desconocido Jacson a su víctima, exenta de la fuerza y el carisma que le distinguieron.

La música original, orquestal, es dramática e inquietante. De escasa polifonía, en ocasiones se transforma en un sonido casi monocorde, que evoca un lamento doloroso. Añade música festiva taurina y el canto de "La internacional". La fotografía, de Pasqualino de Santis, ofrece encuadres excelentes, movimientos de cámara suaves y envolventes, planos picados e imágenes simbólicas (toro herido de muerte). Se recrea en los murales de José Clemente Ortiz y Diego Rivera. El guión centra la historia en el enfrentamiento entre un asesino sagaz y su presa, mientras ésta se protege con vigilancia, muros, alarmas y control de visitas. Las interpetaciones de Burton, Delon y Schneider son adecuadas, pero inferiores a las habituales. La dirección transforma en un juego verdugo/víctima una historia compleja, mucho más brutal.

La película reclama del espectador un esfuerzo personal para compensar las lagunas históricas del relato.
Miquel
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