Media votos
6,7
Votos
5.206
Críticas
1.665
Listas
182
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Miquel:
8
7,1
2.707
Drama. Romance. Musical
Norman Maine, un famoso actor adicto al alcohol, descubre a Esther, una joven con un gran talento para la canción, y decide impulsar su carrera cinematográfica. Ella triunfa y, pocos meses después, la pareja contrae matrimonio. Pero, a medida que el éxito de Esther aumenta, el de Norman declina y esa situación lo empuja a la autodestrucción. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2011
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama musical realizado por George Cukor (1899-1983) (“My Fair Lady”, 1964). El guión, de Moss Hart, se basa en el libreto de la película del mismo título que dirige William A. Wellman en 1937, escrito por Alan Campbell y Dorothy Parker, que adapta una historia de Adele Rodgers St. John. Se rueda en escenarios reales de NY (Times Square, Pennsylvania Station…), L.A. (Cocoanut Grove Nightclub, Baldwin Hills…), Hollywood (Gaumon’s Chinose Theater), Beverly Hills (Iglesia del Buen Pastor), Arcadia (Santa Anita Park and Racetrack) y en los platós de Warner Studios (Burbank, L.A., CA) con un presupuesto de 5 M USD. Producido por Sydney Luft para la Warner, se proyecta por primera vez en público el 29-IX-1954 (L.A., CA).
La acción dramática tiene lugar en Hollywood, L.A., San Bernardino (San Berno), costa de Malibú y otros lugares de CA. Los personajes principales son Esther Blodgett/Vicki Lester (Garland), joven cantante de un grupo instrumental que trabaja en galas benéficas y en una sala de fiestas poco frecuentada. Lidera el grupo Danny McGuire (Norman), arreglista y pianista, amigo de Esther, a la que apoya en los momentos difíciles. Norman Maine (Mason), famoso actor de cine, atormentado y vulnerable, tiene problemas con el alcohol. Oliver Niles (Bickford), gerente de una compañía productora de cine (estudio), vive desbordado por la carga de trabajo que soporta y arrastra un estrés casi crónico. Es comprensivo y siente predilección por las actrices jóvenes. Matt Lobby (Carson), malhumorado e irascible, es el director de comunicación del estudio de Oliver Niles.
La obra desarrolla un drama romántico. Explica de modo directo y sincero las dimensiones psicológicas del amor de pareja y el alcance del dolor, la desesperación y las renuncias que impone a veces. Lo hace con sutileza y una admirable elegancia, que aleja la historia de sentimentalismos fáciles, evita concesiones a la mediocridad y a la cursilería y huye de exageraciones innecesarias. Contempla los hechos desde un punto de vista situado siempre a una distancia prudencial de los acontecimientos. Estos fluyen con contención y, sobre todo, de acuerdo con las pautas de un realismo clasicista que aúna sensibilidad, credibilidad y verosimilitud. Por lo demás, de la mano de Cukor el espectador se ve enfrentado a una interesantísima visión crítica del complejo mundo de Hollywood.
La película muestra algunas de las debilidades que se ocultan tras el esplendor y el glamour de la Meca del cine. Ni los actores y actrices están exentos de los caprichos del éxito y la fama, ni los productores nadan en la abundancia, ni siempre se hacen las cosas con diligencia y empeño, ni la felicidad está presente en todos los rincones de la ciudad. Abundan los casos de alcoholismo, las aspirantes a actriz dispuestas a venderse, los profesionales mediocres, los problemas económicos de los estudios pequeños y grandes, etc.
.../
La acción dramática tiene lugar en Hollywood, L.A., San Bernardino (San Berno), costa de Malibú y otros lugares de CA. Los personajes principales son Esther Blodgett/Vicki Lester (Garland), joven cantante de un grupo instrumental que trabaja en galas benéficas y en una sala de fiestas poco frecuentada. Lidera el grupo Danny McGuire (Norman), arreglista y pianista, amigo de Esther, a la que apoya en los momentos difíciles. Norman Maine (Mason), famoso actor de cine, atormentado y vulnerable, tiene problemas con el alcohol. Oliver Niles (Bickford), gerente de una compañía productora de cine (estudio), vive desbordado por la carga de trabajo que soporta y arrastra un estrés casi crónico. Es comprensivo y siente predilección por las actrices jóvenes. Matt Lobby (Carson), malhumorado e irascible, es el director de comunicación del estudio de Oliver Niles.
La obra desarrolla un drama romántico. Explica de modo directo y sincero las dimensiones psicológicas del amor de pareja y el alcance del dolor, la desesperación y las renuncias que impone a veces. Lo hace con sutileza y una admirable elegancia, que aleja la historia de sentimentalismos fáciles, evita concesiones a la mediocridad y a la cursilería y huye de exageraciones innecesarias. Contempla los hechos desde un punto de vista situado siempre a una distancia prudencial de los acontecimientos. Estos fluyen con contención y, sobre todo, de acuerdo con las pautas de un realismo clasicista que aúna sensibilidad, credibilidad y verosimilitud. Por lo demás, de la mano de Cukor el espectador se ve enfrentado a una interesantísima visión crítica del complejo mundo de Hollywood.
La película muestra algunas de las debilidades que se ocultan tras el esplendor y el glamour de la Meca del cine. Ni los actores y actrices están exentos de los caprichos del éxito y la fama, ni los productores nadan en la abundancia, ni siempre se hacen las cosas con diligencia y empeño, ni la felicidad está presente en todos los rincones de la ciudad. Abundan los casos de alcoholismo, las aspirantes a actriz dispuestas a venderse, los profesionales mediocres, los problemas económicos de los estudios pequeños y grandes, etc.
.../
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
/...
El film explora con seriedad y rigor el alcoholismo y su poder destructivo de las relaciones matrimoniales, sociales y profesionales. Muestra sin rodeos los problemas que plantea a la industria cinematográfica la televisión y su programación de eventos en directo. Analiza los problemas del amor de pareja, sus limitaciones y los sacrificios que reclama. Propone una valiente reflexión sobre el éxito y el fracaso, la buena y la mala suerte, la fortuna y la frustración, la fama y el olvido. Se pregunta sobre la grandeza y las miserias de las estrellas, de quienes las rodean y de todas las personas. Se interroga sobre la naturaleza y la realidad de la condición humana para dejar las cuestiones abiertas a la reflexión y al debate.
Resulta cautivador y sumamente gratificante ver cómo canta y baila Judy Garland, que derrocha en la pantalla vitalidad, energía, convicción y alegría de vivir. Su actuación se da acompañada de una interpretación dramática vibrante y convincente. No falta el recurso a un humor templado y sereno, no exento de sentido cáustico y burlón, como el que se ofrece en la escena en la que Norman busca compañía de la mano del “maitre” de un nightclub. Es emotivo el homenaje que Cukor dedica a Glenn Miller y a su orquesta en el décimo aniversario de su muerte. Es simpática la referencia a los toreros, la identificación del arpa y la representación de los sueños en el cine, el guiño que dedica a la pintura expresionista americana del momento y el tema que Judy Garland dedica en realidad, no a James Mason, sino a su tercer marido, Sid Luft, padre de su segunda hija.
La banda sonora, de Harold Arlen (autor de la canción de “El mago de Oz”) y Ray Heindorf (“Yankee Dandy”, Curtiz, 1942), ofrece varios números musicales. El primero recoge la intervención del grupo de Esther en la gala benéfica, a la que aporta ritmo, vitalidad y alegría. Es excepcional el número del potpurrí de canciones que conforman “Born in a Trunk” (nacida en un baúl). Es inolvidable el tema de amor, “It’s a New World”, que Judy dedica al marido. Es memorable el número de canción y baile que Judy interpreta en el salón de casa tras un día de trabajo (“Someone at Last”). Música y canciones hacen avanzar el argumento, con el que guardan una interesante y gratificante interrelación.
La fotografía, de San Leavitt (“El hombre del brazo de oro”, Preminger, 1955), en color (technicolor), maneja con habilidad el cinemascope, crea composiciones espléndidas y hace un uso por demás singular del cromatismo. En los pasajes de la vida real (dramáticos) predominan los colores fríos, frente al variado y cálido colorismo de los números musicales.
El film explora con seriedad y rigor el alcoholismo y su poder destructivo de las relaciones matrimoniales, sociales y profesionales. Muestra sin rodeos los problemas que plantea a la industria cinematográfica la televisión y su programación de eventos en directo. Analiza los problemas del amor de pareja, sus limitaciones y los sacrificios que reclama. Propone una valiente reflexión sobre el éxito y el fracaso, la buena y la mala suerte, la fortuna y la frustración, la fama y el olvido. Se pregunta sobre la grandeza y las miserias de las estrellas, de quienes las rodean y de todas las personas. Se interroga sobre la naturaleza y la realidad de la condición humana para dejar las cuestiones abiertas a la reflexión y al debate.
Resulta cautivador y sumamente gratificante ver cómo canta y baila Judy Garland, que derrocha en la pantalla vitalidad, energía, convicción y alegría de vivir. Su actuación se da acompañada de una interpretación dramática vibrante y convincente. No falta el recurso a un humor templado y sereno, no exento de sentido cáustico y burlón, como el que se ofrece en la escena en la que Norman busca compañía de la mano del “maitre” de un nightclub. Es emotivo el homenaje que Cukor dedica a Glenn Miller y a su orquesta en el décimo aniversario de su muerte. Es simpática la referencia a los toreros, la identificación del arpa y la representación de los sueños en el cine, el guiño que dedica a la pintura expresionista americana del momento y el tema que Judy Garland dedica en realidad, no a James Mason, sino a su tercer marido, Sid Luft, padre de su segunda hija.
La banda sonora, de Harold Arlen (autor de la canción de “El mago de Oz”) y Ray Heindorf (“Yankee Dandy”, Curtiz, 1942), ofrece varios números musicales. El primero recoge la intervención del grupo de Esther en la gala benéfica, a la que aporta ritmo, vitalidad y alegría. Es excepcional el número del potpurrí de canciones que conforman “Born in a Trunk” (nacida en un baúl). Es inolvidable el tema de amor, “It’s a New World”, que Judy dedica al marido. Es memorable el número de canción y baile que Judy interpreta en el salón de casa tras un día de trabajo (“Someone at Last”). Música y canciones hacen avanzar el argumento, con el que guardan una interesante y gratificante interrelación.
La fotografía, de San Leavitt (“El hombre del brazo de oro”, Preminger, 1955), en color (technicolor), maneja con habilidad el cinemascope, crea composiciones espléndidas y hace un uso por demás singular del cromatismo. En los pasajes de la vida real (dramáticos) predominan los colores fríos, frente al variado y cálido colorismo de los números musicales.