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Voto de Miquel:
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Drama
Historia de amor, traición y venganza, la de una mujer que pierde a su amante y emplea a una joven de dudosa reputación para vengarse. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2008
31 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo de los 13 largometrajes de Robert Bresson. Escrito por el mismo Bresson y Jean Cocteau (diálogos adicionales), se inspira en el relato breve "Jacques le fataliste et son maître", de Dennis Diderot, publicado (1796) después de su muerte. Se rueda en los Studios Pathé-Cinéma (Paris), entre la ocupación nazi y la Posguerra. El rodaje se enfrenta a las dificultades propias de las turbulencias del momento. Producida por Raoul Ploquin, se estrena el 25-IX-1945 (Paris).
La acción tiene lugar en París en 1942-43, durante la ocupación alemana. Narra la historia de Hélene (Casares) que, tras conocer que su amante Jean (Bernard) ha dejado de quererla, urde un plan para vengarse de él, impulsándole a contraer un nuevo matrimonio. Sus manipulaciones alcanzan a Agnés (Labourdette) y su madre (Bogaert), a las que había conocido 3 años antes, durante sus vacaciones de verano en el campo. Arruinadas por la guerra, ambas se hallan en la indigencia.
El film suma drama, romance, ribetes melodramáticos y toques trágicos. Explora las raíces profundas del comportamiento humano, especialmente por lo que respecta a los mecanismos del despecho, los celos, el engaño y la venganza. El despecho es motivo de movilización de impulsos primarios y deseos de venganza, que no suelen reparar ni en la honestidad de los medios que se emplean, ni en los sentimientos y la dignidad de las personas. El que se siente ofendido tiende a sobrevalorar el daño que ha recibido y a minusvalorar el daño que inflige a otros, sea el destinatario final de la venganza, sean personas inocentes involucradas en la acción. La venganza tiende a generar daños desproporcionados a las víctimas y sentimientos de desazón e insatisfacción en el vengador. También explora los mecanismos de manipulación de personas, especialmente las más débiles. Por otro lado, muestra cómo la guerra crea víctimas alejadas de los campos de batalla y de los escenarios bélicos. Éste es el caso de Agnés y de su madre, que pasan de la opulencia a la indigencia.
La dedicación ocasional de una mujer forzada por las circunstancias a trabajar como bailarina y prostituta sirve para denunciar dos hechos lacerantes: su estigmatización social de por vida y la fuerza autodestructiva de sus sentimientos de culpa, derivados de una educación convencional y puritana. Son escenas destacadas, entre otras, el largo plano del viaje en coche de la novia tras la boda y la secuencia final.
La música, de Jean-Jacques Grünenwald (“Diario de un cura rural”, Bresson,1951), ofrece temas de cuerda, sosegados y líricos, fragmentos de saxo y composiciones orquestales solemnes. La fotografía, de Philippe Agostini (“Rififi”, Dassin,1955), se apoya en escenarios sobrios, encuadres de cuidada belleza visual, en ocasiones de marcado sentido pictórico, y movimientos pausados de cámara.
La acción tiene lugar en París en 1942-43, durante la ocupación alemana. Narra la historia de Hélene (Casares) que, tras conocer que su amante Jean (Bernard) ha dejado de quererla, urde un plan para vengarse de él, impulsándole a contraer un nuevo matrimonio. Sus manipulaciones alcanzan a Agnés (Labourdette) y su madre (Bogaert), a las que había conocido 3 años antes, durante sus vacaciones de verano en el campo. Arruinadas por la guerra, ambas se hallan en la indigencia.
El film suma drama, romance, ribetes melodramáticos y toques trágicos. Explora las raíces profundas del comportamiento humano, especialmente por lo que respecta a los mecanismos del despecho, los celos, el engaño y la venganza. El despecho es motivo de movilización de impulsos primarios y deseos de venganza, que no suelen reparar ni en la honestidad de los medios que se emplean, ni en los sentimientos y la dignidad de las personas. El que se siente ofendido tiende a sobrevalorar el daño que ha recibido y a minusvalorar el daño que inflige a otros, sea el destinatario final de la venganza, sean personas inocentes involucradas en la acción. La venganza tiende a generar daños desproporcionados a las víctimas y sentimientos de desazón e insatisfacción en el vengador. También explora los mecanismos de manipulación de personas, especialmente las más débiles. Por otro lado, muestra cómo la guerra crea víctimas alejadas de los campos de batalla y de los escenarios bélicos. Éste es el caso de Agnés y de su madre, que pasan de la opulencia a la indigencia.
La dedicación ocasional de una mujer forzada por las circunstancias a trabajar como bailarina y prostituta sirve para denunciar dos hechos lacerantes: su estigmatización social de por vida y la fuerza autodestructiva de sus sentimientos de culpa, derivados de una educación convencional y puritana. Son escenas destacadas, entre otras, el largo plano del viaje en coche de la novia tras la boda y la secuencia final.
La música, de Jean-Jacques Grünenwald (“Diario de un cura rural”, Bresson,1951), ofrece temas de cuerda, sosegados y líricos, fragmentos de saxo y composiciones orquestales solemnes. La fotografía, de Philippe Agostini (“Rififi”, Dassin,1955), se apoya en escenarios sobrios, encuadres de cuidada belleza visual, en ocasiones de marcado sentido pictórico, y movimientos pausados de cámara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Presta atención a detalles que aportan brillo y significación. Las imágenes, de inspiración expresionista, presentan composiciones de luces contrastadas y de muy buen dibujo. Resalta la elegancia del vestuario y la importancia que se da a la expresión corporal. La interpretación de María Casares, hija del que fue destacado político republicano español, Santiago Casares Quiroga, demuestra desenvoltura y talento. La obra es una de las dos que Bresson rueda con actores profesionales. Respira aire clásico, preocupación por lo humano, sobriedad y equilibrio entre formas y fondo.
Tras esta cinta Bresson experimenta y desarrolla una manera propia de hacer cine, con actores no profesionales y un estilo muy personal, austero e intensamente visual, que singulariza y encumbra su aportación al cine.
Tras esta cinta Bresson experimenta y desarrolla una manera propia de hacer cine, con actores no profesionales y un estilo muy personal, austero e intensamente visual, que singulariza y encumbra su aportación al cine.