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Voto de Miquel:
9
7,4
2.303
Drama
Inspirada en la novela homónima de E. Zola. El maquinista de tren Lantier (Jean Gabin) es un hombre solitario marcado por el estigma hereditario de la locura. No puede reprimir su misoginia y su trato con las mujeres es muy violento. Solo es feliz mientras conduce su locomotora que cubre el trayecto desde El Havre hasta París. Comete un gran error al enamorarse de Sévérine (Simone Simon), que lo que busca es inducirlo a matar a su marido. (FILMAFFINITY) [+]
14 de marzo de 2011
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama realizado por Jean Renoir (1894-1979) a partir de un guión escrito por él en colaboración con Denise Leblond (diálogos), basado en la novela “La bête humaine” (1890), d’Emile Zona. Se rueda en escenarios naturales de la campiña normanda, en la Alta Normandía, la ciudad portuaria de Le Havre y en la estación ferroviaria de San Lorenzo (París) y en los Studios Pathé-Cinema (Joinsville-le-pont, Francia), entre agosto y septiembre de 1938. Es nominado al mejor film en el Festival de Venecia de 1939. Producido por Raymond y Robert Hakim para Paris Films Production, se proyecta por primera vez en público el 21-XII-1938 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en las estaciones ferroviarias de Le Havre y París, en sus proximidades y en las ciudades de Paris y Le Havre, a lo largo de varios meses de un tiempo presente o equivalente a él. Jacques Lantier (Gabin) es el maquinista y Pecqueux (Carette) es el fogonero del tren rápido que cubre el trayecto París-Le Havre. Lautier es un personaje solitario, introvertido, misógino y violento con las mujeres, que cree reunir en sus genes las consecuencias de las conductas desordenadas y alcohólicas de sus antepasados. Padece ataques de epilepsia y ocasionales descontroles esquizofrénicos. Pecqueux es su compañero de trabajo, leal y comprensivo. La protagonista es Séverine (Simon) es la esposa del subjefe de la estación de Le Havre, Rambaud (Ledoux). Lautier está enamorado de su locomotora “Lison”, a la que llama Lola. Séverine es también el nombre de la heroína de Buñuel en “Bella de día”.
Renoir oscila entre la obra ligera, festiva, de apariencia superficial e intrascendente, y obras densas, sólidas y de gran calado dramático. El film que comentamos pertenece al segundo grupo, del que es una de las obras más representativotas. El relato adopta un estilo realista, de tonos naturalistas, que explica unos hechos duros y crueles, de difícil comprensión en sus causas originarias, próximas y remotas. Para explicar lo inexplicable, el realizador recurre a primeros planos en una filmación general desde la media distancia. Los planos próximos tratan de dejar en manos del espectador la tarea de penetrar en unos interiores humanos que encierran tensiones patológicas y síndromes psicológicos ajenos a la comprensión del público. Aborda lo inexplicable mediante el uso de elipsis, sobreentendidos y tomas fuera de campo, que llevan al ánimo sensaciones y sentimientos de que ni con el conocimiento ni con la imaginación se puede penetrar en el arcano íntimo de algunas personas a las que no mueve la racionalidad, sino la locura.
La dimensión inquietante del personaje central se da asociada a la ambigüedad de los motivos que mueven a su amante a actuar como lo hace. Los interrogantes y las dudas que platea su conducta añaden tensión, inseguridad y angustia al desarrollo del relato, que deviene complejo y rico en referencias que elevan el suspense a niveles propios de las obras de los grandes maestros.
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La acción dramática tiene lugar en las estaciones ferroviarias de Le Havre y París, en sus proximidades y en las ciudades de Paris y Le Havre, a lo largo de varios meses de un tiempo presente o equivalente a él. Jacques Lantier (Gabin) es el maquinista y Pecqueux (Carette) es el fogonero del tren rápido que cubre el trayecto París-Le Havre. Lautier es un personaje solitario, introvertido, misógino y violento con las mujeres, que cree reunir en sus genes las consecuencias de las conductas desordenadas y alcohólicas de sus antepasados. Padece ataques de epilepsia y ocasionales descontroles esquizofrénicos. Pecqueux es su compañero de trabajo, leal y comprensivo. La protagonista es Séverine (Simon) es la esposa del subjefe de la estación de Le Havre, Rambaud (Ledoux). Lautier está enamorado de su locomotora “Lison”, a la que llama Lola. Séverine es también el nombre de la heroína de Buñuel en “Bella de día”.
Renoir oscila entre la obra ligera, festiva, de apariencia superficial e intrascendente, y obras densas, sólidas y de gran calado dramático. El film que comentamos pertenece al segundo grupo, del que es una de las obras más representativotas. El relato adopta un estilo realista, de tonos naturalistas, que explica unos hechos duros y crueles, de difícil comprensión en sus causas originarias, próximas y remotas. Para explicar lo inexplicable, el realizador recurre a primeros planos en una filmación general desde la media distancia. Los planos próximos tratan de dejar en manos del espectador la tarea de penetrar en unos interiores humanos que encierran tensiones patológicas y síndromes psicológicos ajenos a la comprensión del público. Aborda lo inexplicable mediante el uso de elipsis, sobreentendidos y tomas fuera de campo, que llevan al ánimo sensaciones y sentimientos de que ni con el conocimiento ni con la imaginación se puede penetrar en el arcano íntimo de algunas personas a las que no mueve la racionalidad, sino la locura.
La dimensión inquietante del personaje central se da asociada a la ambigüedad de los motivos que mueven a su amante a actuar como lo hace. Los interrogantes y las dudas que platea su conducta añaden tensión, inseguridad y angustia al desarrollo del relato, que deviene complejo y rico en referencias que elevan el suspense a niveles propios de las obras de los grandes maestros.
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Los personajes suman a la creación de tensión dramática que generan una característica poco común que aumenta el nivel de preocupación de la sala. Nos referimos al movimiento constante y a los desplazamientos sin pausa que protagonizan. No tienen un momento de respiro. Viajan a gran velocidad, van y vienen, pasean, corren, bailan, etc. Huyen de sí mismos, de sus problemas, de sus angustias, de su destino, de la fatalidad que parece gobernar sus vidas, de la enfermedad que les consume las entrañas, de la destrucción y la muerte que sienten próxima e inevitable. Más que vivir, corren hacia la extenuación y la muerte en un arco dramático palpitante que avanza sin vuelta atrás.
La fotografía, en B/N, de Curt Courant (“Le jour se lève”, Carné, 1939), ofrece encuadres y escenas de soberbia concepción y magnífica factura. Las primeras escenas muestran el avance vertiginoso del tren desde el punto de vista del maquinista. Numerosas tomas reproducen la sugerente belleza de los ambientes oscuros, opresivos propios del cine negro americano. El modo de vestir y la gestualidad de Simon evocan la figura clásica de la mujer fatal. Una de las escenas más brutales de la cinta yuxtapone alternativamente imágenes de un crimen y la interpretación festiva del vals “Tesoro mío”, a cargo del vocalista Marcel Veyran.
La banda sonora, de Joseph Kosma (“La gran ilusión”, 1937), presenta el tema “Le tour de Ninou” y otras composiciones festivas y de baile, que se insertan en un conjunto de cortes de ambientación descriptiva que aportan fuerza a la atmósfera melancólica y pesimista del film, uno de los mejores de Renoir.
Los personajes suman a la creación de tensión dramática que generan una característica poco común que aumenta el nivel de preocupación de la sala. Nos referimos al movimiento constante y a los desplazamientos sin pausa que protagonizan. No tienen un momento de respiro. Viajan a gran velocidad, van y vienen, pasean, corren, bailan, etc. Huyen de sí mismos, de sus problemas, de sus angustias, de su destino, de la fatalidad que parece gobernar sus vidas, de la enfermedad que les consume las entrañas, de la destrucción y la muerte que sienten próxima e inevitable. Más que vivir, corren hacia la extenuación y la muerte en un arco dramático palpitante que avanza sin vuelta atrás.
La fotografía, en B/N, de Curt Courant (“Le jour se lève”, Carné, 1939), ofrece encuadres y escenas de soberbia concepción y magnífica factura. Las primeras escenas muestran el avance vertiginoso del tren desde el punto de vista del maquinista. Numerosas tomas reproducen la sugerente belleza de los ambientes oscuros, opresivos propios del cine negro americano. El modo de vestir y la gestualidad de Simon evocan la figura clásica de la mujer fatal. Una de las escenas más brutales de la cinta yuxtapone alternativamente imágenes de un crimen y la interpretación festiva del vals “Tesoro mío”, a cargo del vocalista Marcel Veyran.
La banda sonora, de Joseph Kosma (“La gran ilusión”, 1937), presenta el tema “Le tour de Ninou” y otras composiciones festivas y de baile, que se insertan en un conjunto de cortes de ambientación descriptiva que aportan fuerza a la atmósfera melancólica y pesimista del film, uno de los mejores de Renoir.