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Voto de Miquel:
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Drama
A mediados del siglo XIX, Kim Byung-moon salva al joven Seung-up de ser apalizado por unos vagabundos. Seung-up le hace un dibujo para explicarle por qué le querían golpear. Kim observa cuidadosamente el dibujo y percibe el extraordinario talento del chico... (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film realizado por el prolífico y veterano Im Kwon-taek (Jangseon, Corea 1936), se rueda en exteriores de Corea del Sur, en un plató que reconstruye las calles de Seúl de finales del XIX y en estudio. El guión, de Kim Young-oak e Im Kwon-taek, se basa en un argumento de Min Byung-Sam, que traza el biopic del dibujante decimonónico Ohwon. Nominado a la Palma de Oro de Cannes, gana el premio al mejor director, que comparte "ex-aequo" con Paul Thomas Anderson ("Punch-Drunk-Love"). Producido por Lee Tae-Won, se estrena el 10-V-2002 (Corea del Sur).
La acción tiene lugar en Seúl y otras localidades de Corea, entre 1850 y 1897. Reconstruye los principales hechos de la vida del pintor coreano Jang Seung-up (Choi Min-sik), que firmaba sus obras como Ohwon. Huérfano y mendigo, es salvado (1850) de ser apaleado por unos vagabundos gracias a la intervención de Kim Byung-moon (Ahn Sung-kee), que pronto advierte las aptitudes del niño para el dibujo. De temperamento rebelde y excéntrico, obtiene fama y éxito, y asciende en la escala social, pese a su adicción al alcohol y su condición de mujeriego.
La película combina drama y biopic. Glosa el proceso de aprendizaje no académico del artista, basado en la intuición y las habilidades propias, el consejo de expertos, los gustos de los compradores y el halago de los admiradores. No es un pintor ilustrado, ni un pintor de Corte (aunque trabajara un tiempo en ella), sino un profesional popular que vive de los ingresos de su trabajo. Su actividad se enmarca en un mundo convulso, de grandes turbulencias, de luchas entre conservadores y renovadores, y sometido a los vaivenes de las influencias imperialistas de chinos y japoneses. Ohwon es respetado por uno y otros, en atención a su valía y a su popularidad.
Es un personaje atípico, caprichoso y extremo, que no puede pintar sin practicar sexo con desmesura y sin beber abusivamente. Su ebriedad permanente y su promiscuidad sexual, con mujeres y hombres, se combina con una gran facilidad para la composición, el uso de los colores y la habilidad para el dibujo. Las reflexiones sobre el arte plástico que la película expone son convencionales y superficiales. No se hace referencia a los aspectos esenciales de la pintura, mientras abundan las indicaciones sobre sus relaciones con temas menores: memoria, imitación, armonía de colores, parecido del retrato, etc. Los trabajos que se muestran son dibujos de factura artesana, en los que la filigrana, el virtuosismo, el preciosismo y el perfeccionismo, se erigen en los valores básicos de la obra de arte.
Más allá de lo que muestra el film, el interés de la obra de Ohwon se basa en la independencia del espíritu con el que trabaja, la superación que propone de las concepciones convencionales del arte, el abandono que asume de los cánones imitativos, la defensa que hace de la independencia de la pintura respecto de la naturaleza y la exaltación de su valor autónomo como medio de creación de belleza plástica.
La acción tiene lugar en Seúl y otras localidades de Corea, entre 1850 y 1897. Reconstruye los principales hechos de la vida del pintor coreano Jang Seung-up (Choi Min-sik), que firmaba sus obras como Ohwon. Huérfano y mendigo, es salvado (1850) de ser apaleado por unos vagabundos gracias a la intervención de Kim Byung-moon (Ahn Sung-kee), que pronto advierte las aptitudes del niño para el dibujo. De temperamento rebelde y excéntrico, obtiene fama y éxito, y asciende en la escala social, pese a su adicción al alcohol y su condición de mujeriego.
La película combina drama y biopic. Glosa el proceso de aprendizaje no académico del artista, basado en la intuición y las habilidades propias, el consejo de expertos, los gustos de los compradores y el halago de los admiradores. No es un pintor ilustrado, ni un pintor de Corte (aunque trabajara un tiempo en ella), sino un profesional popular que vive de los ingresos de su trabajo. Su actividad se enmarca en un mundo convulso, de grandes turbulencias, de luchas entre conservadores y renovadores, y sometido a los vaivenes de las influencias imperialistas de chinos y japoneses. Ohwon es respetado por uno y otros, en atención a su valía y a su popularidad.
Es un personaje atípico, caprichoso y extremo, que no puede pintar sin practicar sexo con desmesura y sin beber abusivamente. Su ebriedad permanente y su promiscuidad sexual, con mujeres y hombres, se combina con una gran facilidad para la composición, el uso de los colores y la habilidad para el dibujo. Las reflexiones sobre el arte plástico que la película expone son convencionales y superficiales. No se hace referencia a los aspectos esenciales de la pintura, mientras abundan las indicaciones sobre sus relaciones con temas menores: memoria, imitación, armonía de colores, parecido del retrato, etc. Los trabajos que se muestran son dibujos de factura artesana, en los que la filigrana, el virtuosismo, el preciosismo y el perfeccionismo, se erigen en los valores básicos de la obra de arte.
Más allá de lo que muestra el film, el interés de la obra de Ohwon se basa en la independencia del espíritu con el que trabaja, la superación que propone de las concepciones convencionales del arte, el abandono que asume de los cánones imitativos, la defensa que hace de la independencia de la pintura respecto de la naturaleza y la exaltación de su valor autónomo como medio de creación de belleza plástica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El guión enlaza episodios relacionados a través de la evolución artística y vital de Ohwon, cuya figura se enmarca en el contexto de los grandes acontecimientos de la historia de Corea en el XIX, en general poco conocidos. La obra se presenta bien ambientada, con bonitos decorados, vestuario cuidados y una interesante recreación de viejas costumbres.
La música, de Kim Young-dong, recrea bonitas melodías de época, de gran lirismo, interpretadas mayoritariamente con instrumentos autóctonos. La fotografía, de Jung Il-sung, se beneficia de unos decorados costosos y de unos paisajes naturales profundos, amplios y solitarios. Evita los fundidos de transición, que sustituye por yuxtaposiciones no exentas de algunas brusquedades. La interpretación de Choi Min-sik (“•Oldboy”, 2003) constituye uno de los puntos fuertes del film.
La música, de Kim Young-dong, recrea bonitas melodías de época, de gran lirismo, interpretadas mayoritariamente con instrumentos autóctonos. La fotografía, de Jung Il-sung, se beneficia de unos decorados costosos y de unos paisajes naturales profundos, amplios y solitarios. Evita los fundidos de transición, que sustituye por yuxtaposiciones no exentas de algunas brusquedades. La interpretación de Choi Min-sik (“•Oldboy”, 2003) constituye uno de los puntos fuertes del film.