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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Drama Ana recuerda todo lo ocurrido desde la muerte de su padre, veinte años antes. Su hija, de nueve años, cree tener poder sobre la vida y la muerte de quienes viven con ella. Hay otro poder que Ana cree poseer: el de invocar la presencia de su madre. Con ella, muerta hace años, revive una relación llena de ternura y, a veces, de dominio. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2012
37 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable drama escrito y dirigido por Carlos Saura (Huesca, 1932). Se rueda en escenarios naturales de Madrid y Quintanar (Segovia). Nominado a la Palma de oro, gana el Gran Premio del Jurado (Cannes). Producido por Carlos Saura para Elías Querejeta Producciones, se estrena el 26-I-1976 (Madrid).

La acción dramática tiene lugar durante el verano de uno de los primeros años de la década de los años setenta. Ana (Chaplin), de 29 años, evoca sus recuerdos de infancia, tras la muerte repentina de su padre. Repasa mentalmente las vivencias que tuvo 20 años antes, cuando tenía 9 años, en compañía de sus hermanas Irene y Maite. Revive los recuerdos que como niña guarda de su madre María (Chaplin). Ana (Torrent) se muestra en sus recuerdos como una cría triste, seria, fría y distante. Paulina es recordada como una persona estricta, mandona, intrusiva, antipática y rígida. La sirvienta Rosa es recordada como modelo de sencillez y naturalidad.

La narración se teje de la mano de un narrador que viene dado por la imaginación y la memoria de la chiquilla. De su mano, el relato experimenta saltos temporales, avanza y retrocede, mezcla recuerdos y fantasías, experiencias y deseos. El punto de vista de la historia es el de la pequeña. Se caracteriza por su ingenuidad, las confusiones que la afectan, los errores de apreciación que comete, la subjetividad que proyecta y la ternura que desprende.

El mundo que contempla Ana a través de sus recuerdos está lleno de violencia y crueldad. El ambiente general es opresivo y está dominado por la presencia de la muerte y sus símbolos (pistola, falso veneno…). Niños y niñas incorporan a sus juegos pautas de conducta de los mayores. Desarrollan traumas y obsesiones malsanas y creencias en falsos poderes mágicos. El mundo real que se proyecta a través de las vivencias de Ana está dominado por el absurdo y la irracionalidad, como indican los toques surrealistas del film.

La obra hace uso de un lenguaje alegórico y metafórico, que permite abordar temas difíciles y críticos con delicadeza. El film es complejo y aparentemente oscuro. Su estética se enmarca en el ámbito del realismo onírico. Las interpretaciones son creíbles y satisfactorias. Florinda Chico des borda simpatía y Ana Torrent está convincente.

La banda sonora combina fragmentos de la canción “Maricruz” (Imperio Argentina), de “Canciones y danzas nº 6” (Mompou) y de la canción “Por qué te vas” (Jeannette), que el film estrena. La fotografía, de Teodoro Escamilla (“La ciutat cremada”, Ribas, 1976), en color (eastmancolor), sitúa el drama en un escenario ambivalente. Es luminoso y espacioso en el exterior de la mansión, pero lóbrego y claustrofóbico en el interior, de luces expresionistas y fantasmagóricas. Contrasta la dureza de las denuncias que se plantean con el rostro infantil, sereno, vivaracho y tierno de Ana Torrent.
Miquel
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