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Voto de Miquel:
8
27 de septiembre de 2009
32 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sexto largometraje de John Frankenheimer (1930-2002). El guión, de Rod Serling, adapta la novela “Seven Days in May” (1962), de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II. Se rueda en escenarios reales de Paris, Washington, San Diego (Arizona), Imperial County (CA) y en los platós de Paramount Studios (Hollywood, L. A.), con un presupuesto de 2,2 M USD. Producido por Edward Lewis para Seven Arts y Joel Productions, se estrena en sesión de preestreno el 12-II-1964 (Washington D.C.).
La acción dramática tiene lugar los días comprendidos entre el 12 y 19 de mayo de 1970, según señala el reloj digital del Pentágono, en Washington, (Pentágono, la Casa Blanca, calles...), Paris, alrededores de Madrid, San Diego (Arizona) y otras localizaciones. El general de aviación James Mattoon Scott (Lancaster, héroe de guerra, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, concentra la atención de los descontentos con el tratado de desarme nuclear (destrucción progresiva del arsenal nuclear) de EEUU y la URSS, firmado por el presidente americano Jordan Layman (March). El ayudante de Scott es el coronel Martin “Jiggs” Casey. Scott cuenta, entre otros, con el apoyo del senador Frederick Prentice (Bissell) y del influyente miembro de los medios de comunicación Harold McPherson (Marlowe). Layman se apoya en un grupo de íntimos formado, entre otros, por el senador Raymond Clark (O’Brien) y el senador Paul Girard. Hace un breve papel Eleanor “Ellie” Holbrook (Gardner).
El film suma drama, thriller y unos trazos de romance. El relato se divide en los tres bloques clásicos (planteamiento, nudo y desenlace). Es un thriller de denuncia política y una obra de carácter didáctico, que explica y defiende los referentes básicos de la democracia consagrados en la Constitución de los EEUU (aprobada el 17-IX-1787). Contiene mucho diálogo, poca acción y un grado elevado de tensión. Constituye uno de los mejores film políticos que se han rodado (“Tempestad sobre Washington”, “Trece días”...). Pese a ser una obra de ficción, se inspira hechos reales, como la reacción enfurecida del general Curtis LeMay porque no se hace uso de armas nucleares durante la “crisis de los misiles”, de Cuba. LeMay se refiere entonces a la destitución del presidente. Años antes el general Butler, en descuerdo con la política del New Deal de Franklin Delano Rooselvet, propone la sustitución del mismo en círculos restringidos. También se inspira en el general Edwin A. Walker (1909-93), que desarrolla, tras su retiro del ejército (primeros años 60), actividades políticas anticomunistas. En el film es citado como personaje de extrema derecha junto el antiguo senador Joseph McCarthy (1908-57).
La acción se plantea como una interesante carrera contra reloj, que comienza el domingo 12 de mayo de 1970 y concluye el sábado siguiente día 19. En la novela la acción se sitúa en 1974, pero la película la traslada a fechas de un año y meses antes de la cita electoral del presidente.
La acción dramática tiene lugar los días comprendidos entre el 12 y 19 de mayo de 1970, según señala el reloj digital del Pentágono, en Washington, (Pentágono, la Casa Blanca, calles...), Paris, alrededores de Madrid, San Diego (Arizona) y otras localizaciones. El general de aviación James Mattoon Scott (Lancaster, héroe de guerra, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, concentra la atención de los descontentos con el tratado de desarme nuclear (destrucción progresiva del arsenal nuclear) de EEUU y la URSS, firmado por el presidente americano Jordan Layman (March). El ayudante de Scott es el coronel Martin “Jiggs” Casey. Scott cuenta, entre otros, con el apoyo del senador Frederick Prentice (Bissell) y del influyente miembro de los medios de comunicación Harold McPherson (Marlowe). Layman se apoya en un grupo de íntimos formado, entre otros, por el senador Raymond Clark (O’Brien) y el senador Paul Girard. Hace un breve papel Eleanor “Ellie” Holbrook (Gardner).
El film suma drama, thriller y unos trazos de romance. El relato se divide en los tres bloques clásicos (planteamiento, nudo y desenlace). Es un thriller de denuncia política y una obra de carácter didáctico, que explica y defiende los referentes básicos de la democracia consagrados en la Constitución de los EEUU (aprobada el 17-IX-1787). Contiene mucho diálogo, poca acción y un grado elevado de tensión. Constituye uno de los mejores film políticos que se han rodado (“Tempestad sobre Washington”, “Trece días”...). Pese a ser una obra de ficción, se inspira hechos reales, como la reacción enfurecida del general Curtis LeMay porque no se hace uso de armas nucleares durante la “crisis de los misiles”, de Cuba. LeMay se refiere entonces a la destitución del presidente. Años antes el general Butler, en descuerdo con la política del New Deal de Franklin Delano Rooselvet, propone la sustitución del mismo en círculos restringidos. También se inspira en el general Edwin A. Walker (1909-93), que desarrolla, tras su retiro del ejército (primeros años 60), actividades políticas anticomunistas. En el film es citado como personaje de extrema derecha junto el antiguo senador Joseph McCarthy (1908-57).
La acción se plantea como una interesante carrera contra reloj, que comienza el domingo 12 de mayo de 1970 y concluye el sábado siguiente día 19. En la novela la acción se sitúa en 1974, pero la película la traslada a fechas de un año y meses antes de la cita electoral del presidente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Desde el punto de vista estilístico, las secuencias del prólogo se ajustan a un formato documentalista y frenético, introducido por unas imágenes simbólicas sobre las que se superponen los créditos iniciales: el texto original de la Constitución americana y una cerca de misiles que rodea la Casa Blanca, para convertirse poco después en la reja de protección del solar del edificio. La narración básica se desarrolla en un lenguaje visual académico. La última parte incorpora el montaje paralelo, que permite seguir la evolución simultánea de diversas líneas de acción. El relato adopta diversos puntos de vista (Layman, Clark, Girard y Scott), que se alternan prestando dinamismo a la historia. Resulta sumamente atractivo el duelo de actores que se establece entre Burt Lancaster y Kirk Douglas, que ofrece momentos emocionantes y convincentes de tensión, enfrentamiento y realismo de gran mérito. También es memorable la dura entrevista personal entre Layman y Scott.
Resalta varias ideas básicas: la presunción de inocencia de todos los ciudadanos, el papel de los Tribunales de Justicia, el sometimiento de todos los ciudadanos a la Ley y la condena del fanatismo político.
El clima de paranoia que se daba en los años 70 durante la “Guerra fría” predisponía a algunos a admitir recortes de las libertades democráticas. En estas circunstancias de miedo e histerismo, la defensa franca y serena del orden constitucional era oportuna y pertinente. El estreno del film, poco después de la más que probable conspiración que rodeó el asesinato de Kennedy, propicia el éxito de la película y el valor de la misma como denuncia dobrecogedora. No ha perdido su fuerza inicial ni su fuerza como lección a no olvidar.
La banda sonora, de Jerry Goldsmith (“Alien, el octavo pasajero”, Scott, 1979), aporta una partitura de apoyo a la acción, que cumple su misión con discreción y su habitual eficacia. La fotografía, de Ellsworth J. Fredericks (“Sayonara”, Logan, 1957), en B/N para acentuar el aspecto documentalista del relato, ofrece una narración clara, visualmente atractiva y suficientemente dinámica, que retiene la atención del espectador. Se beneficia de unos decorados austeros de estudio, nominados a un Oscar, que substituyen los auténticos del Pentágono, donde no se autorizó la filmación. Para facilitar el rodaje en los alrededores de la Casa Blanca, JFK se traslada unos días a su residencia particular de Hyannis Port (Massachussetts).
Bibliografia
Victor RIVAS, “Siete días de mayo. La perduración del clasicismo”, ‘Revista de cine’, nº 54, 2009.
Resalta varias ideas básicas: la presunción de inocencia de todos los ciudadanos, el papel de los Tribunales de Justicia, el sometimiento de todos los ciudadanos a la Ley y la condena del fanatismo político.
El clima de paranoia que se daba en los años 70 durante la “Guerra fría” predisponía a algunos a admitir recortes de las libertades democráticas. En estas circunstancias de miedo e histerismo, la defensa franca y serena del orden constitucional era oportuna y pertinente. El estreno del film, poco después de la más que probable conspiración que rodeó el asesinato de Kennedy, propicia el éxito de la película y el valor de la misma como denuncia dobrecogedora. No ha perdido su fuerza inicial ni su fuerza como lección a no olvidar.
La banda sonora, de Jerry Goldsmith (“Alien, el octavo pasajero”, Scott, 1979), aporta una partitura de apoyo a la acción, que cumple su misión con discreción y su habitual eficacia. La fotografía, de Ellsworth J. Fredericks (“Sayonara”, Logan, 1957), en B/N para acentuar el aspecto documentalista del relato, ofrece una narración clara, visualmente atractiva y suficientemente dinámica, que retiene la atención del espectador. Se beneficia de unos decorados austeros de estudio, nominados a un Oscar, que substituyen los auténticos del Pentágono, donde no se autorizó la filmación. Para facilitar el rodaje en los alrededores de la Casa Blanca, JFK se traslada unos días a su residencia particular de Hyannis Port (Massachussetts).
Bibliografia
Victor RIVAS, “Siete días de mayo. La perduración del clasicismo”, ‘Revista de cine’, nº 54, 2009.